Día
tras día cientos de personas utilizan el transporte público para
desplazarse a los centros de estudio, a trabajar, a centros
hospitalarios o para simplemente pasar un día de ocio en la capital.
Estas personas, entre las que me incluyo, sufrimos las deficiencias
de una red de autobuses anticuada, y que no es capaz de soportar la
masificación de todas esas personas que hacen uso de este servicio
diariamente.
Nos
encontramos con una masificación debido a que el único transporte
público disponible actualmente son los autobuses por lo que nos
vemos en la obligación de utilizarlos. Esto hace que los ciudadanos
no tengan otra opción y que prefieran el coche personal al
percibirlo como una figura más rápida y cómoda.
¿Por
qué el coche es la primera opción entre los ciudadanos? Tal vez
desde la concejalía de movilidad tengan que realizar un ejercicio de
reflexión para saber la respuesta. Lo cierto es que no quiero hacer
un uso excesivo de la gratuidad de la queja pero cada día que pasa
hemos de aguantar múltiples deficiencias como la falta de asientos
para todas las personas, obligadas a viajar de pie durante casi
treinta kilómetros, a través de la autovía y a unos cien
kilómetros por hora. El hartazgo es generalizado y los ciudadanos
tienen quejas por doquier y el mayor problema que existe debe ser
solucionado con la mayor brevedad posible, es decir, ni una persona
debe viajar de pie, es completamente indigno. En las horas puntas con
mayor afluencia se deben poner autobuses de refuerzo, sin dudarlo ni
un segundo ya que todo el mundo tiene derecho a viajar en las mismas
condiciones.
Me
resulta muy difícil pensar en una ciudad que, según dicen, está
pensada para la cultura del transporte público con todos estos
problemas, más si nos fijamos en el precio del viaje. Un ejemplo
comparativo, que encontramos en los pueblos del área metropolitana
de Valencia, es el sistema de becas que tienen para los estudiantes
que utilizan el transporte público. ¿Por qué no ayudamos
económicamente a las familias que tengan dificultades para pagar el
bono mensual o que tengan más de un estudiante dentro del núcleo
familiar si somos una ciudad que quiere ser ejemplo de transporte
público?
Las
líneas 102 y 115 son claros ejemplos de cómo no hay que dirigir un
red urbana e interurbana de autobuses. El aforo de personas se
encuentra por encima del límite de lo que puede soportar el sistema
actual. Desde Jóvenes Porteños hemos acudido dos veces al pleno
ordinario para denunciar este problema y ya pueden ver los
resultados; no sé si será desgana por resolver este conflicto,
incapacidad por parte de la concejalía que se ve sin una solución
clara o simplemente que no perciben el problema lo suficientemente
grave como para darle una situación inmediata.
La respuesta que se
nos ha dado es la más sencilla para disipar las quejas: no hay
dinero. Sinceramente no creo que se trate de un problema económico
ya que la concejalía de movilidad se encuentra dentro del equipo de
gobierno, capaz de aprobar proyectos faraónicos valorados en
millones de euros pero no de mejorar un problema palpable en la
sociedad. Denle una solución a este asunto que ya lleva años entre
todas las personas, la gravedad lo requiere.
Se
trata de conseguir un transporte cómodo y seguro, y actualmente no
tenemos ni una cosa ni otra. La cultura del transporte público,
eslogan tan utilizado por la concejalía de movilidad, no hace otra
cosa que enmascarar la problemática. Parece que su eslogan es una
utopía, un deseo irrealizable, aunque realmente sí que es
alcanzable. Permítanme cambiar su lema por la incultura del
transporte público, ya que la voluntad para resolver el conflicto
brilla por su ausencia. No creo que sea una cuestión de
inconsciencia del problema, es una cuestión de desidia.
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