Un obrero corta partes de hierro para su reciclaje en una planta metalúrgica de Makstil. Archivo/EFE/Georgi Licovski
Las industrias del metal están acusando en sus cuentas de resultados el incremento de costes energéticos y muchas van a pérdidas a la espera de una normalización de la situación, pero por el momento no han perdido competitividad respecto a otros países europeos.
"La empresa tiene que ser imaginativa y ver por dónde recorta, esperando a ver si cambia la dirección del viento", ha afirmado en declaraciones el presidente de la Federación del Metal Valenciana (Femeval), Vicente Lafuente, sobre un sector perjudicado igual que otros por la escalada de precios.
Lafuente considera que, a diferencia de otras crisis en que se producía una caída de la demanda, en esta, pese a que la situación es "muy complicada", existe actividad económica y la industria no está perdiendo competitividad al tratarse de una crisis global que afecta también al resto de países de la Unión Europea.
Por eso, opina que lo que hay que hacer es "trabajar y hablar menos" y huir de mensajes negativos y alarmistas.
Los incrementos de costes energéticos para las empresas son "tremendos" pero no se pueden concretar de forma generalizada dado que en cada industria tiene una afectación diferente, más en un sector tan variado como el del metal.
Por ejemplo, en las empresas que utilizan gas y luz la subida de esos costes puede estar en torno al 300 %, pero no se puede aventurar un porcentaje de incremento para toda la industria, según Lafuente.
Las empresas intentan optimizar procesos y ver por dónde recortan en una "economía de supervivencia" que engloba a todas las empresas "a excepción de las grandes compañías energéticas" y que lleva a arriesgar "a cambio de no perder posición en el mercado", lamenta el presidente de Femeval.
Según añade, los gobernantes son los únicos con responsabilidad para solventar esta situación, que viene desde 2021, primero con la subida de aranceles y los costes de los fletes, el aumento de precios de las materias primas y su falta de suministro, y después agravada por la invasión de Ucrania con el despegue de los precios energéticos.
"Oímos hablar de beneficios extraordinarios por parte de las empresas pero la realidad de la economía es que, aunque hay actividad, las cuentas de resultados no son las que transmite la ministra", concluye.
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