Debemos agradecer a las históricas luchas de
los trabajadores que nos precedieron las condiciones laborales que hoy tenemos.
Éstas eran mucho peor que las actuales, sólo tenemos que recordar las
interminables jornadas de trabajo o la escasez de días festivos en el
calendario del siglo XIX.
Otro logro, nada desdeñable tampoco, es el
que concierne al hecho de poder disfrutar de una jubilación remunerada cuando
se ha cotizado el tiempo suficiente. En España, actualmente, se puede solicitar
cuando se han cumplido los 65 años. Pero, el ejecutivo desea ampliar la edad
legal a los 67. Es aquí donde se origina un debate que deberá ser ideológico
por un lado, pero también técnico por otro.
¿Ideológico por qué? Evidentemente, la
izquierda y la derecha (dejando a un lado siglas políticas) deben actuar de
manera distinta, cuando no diametralmente opuesta, a los diferentes problemas
que pueden aparecer. Recientemente se ha visto la manera de actuar del PSOE
frente a la crisis económica. No ha nacionalizado sectores estratégicos de
producción para asegurar la distribución de objetos básicos a la ciudadanía; no
ha pedido un esfuerzo considerablemente mayor a las rentas más altas y, ni
mucho menos; ha optado por nacionalizar la banca, aunque si utilizó dinero
público para salvar a los bancos. No hay que ser un gran conocedor de las
ideologías para saber que esa forma de actuar es la que corresponde a la
derecha. Como bien señalé al principio del artículo fueron los trabajadores con
sus luchas los que consiguieron mejoras laborales. De no ser por estas luchas
los empresarios no habrían reducido voluntariamente sus beneficios. En términos
ideológicos puede representarse así: los trabajadores organizados velando por
sus intereses (la izquierda) y los empresarios y gobiernos liberales cómplices
de turno (la derecha) deseaban cosas distintas, pero el inicio del conflicto
forzó la negociación.
Hasta aquí, brevemente, el debate ideológico
se podría dar por concluido. ¿Qué pasaría en lo concerniente al debate técnico?
Pues resulta que, muy concienzudamente, se ha extendido la idea que frente al
envejecimiento de la pirámide poblacional no existe otra solución que ampliar
la edad de jubilación. Es decir, se arguyen argumentos demográficos aunque los estudios que los amparan son de
instituciones bancarias, como el BBVA o el Banco Santander, cuyas posiciones son
más que conocidas. Parece concluirse que si en el año 2007 se dedicaba el 8,4%
del PIB a pagar las pensiones de los jubilados, en el año 2060 el coste de
dichas pensiones pasarían a ocupar el 15,2% del PIB. Este motivo parece ser
suficiente para que el cártel de voceros oficiales de los intereses de la clase empresarial del
país proclame, sin dejar margen a la duda, que la reforma se debe acometer
cuanto antes. No obstante, existe replica a este argumento, pese a que no se le
dé, ni de lejos, la misma repercusión mediática. Resulta que, como apunta el
profesor Vincenç Navarro en un reciente artículo suyo, si la productividad
laboral creciera lo que se estima que debiera hacer, evidentemente también
aumentaría el PIB, se entiende que porcentualmente a dicha productividad
laboral. Por lo tanto, aunque en un futuro se debiera dedicar una mayor
cantidad del PIB a satisfacer la cantidad demandada en las pensiones de
jubilación, el PIB sería también mayor, por lo que podría hacerse sin ningún
problema. Por otra parte, si la productividad del país se estancara de tal modo
que no fuera capaz de soportar las pensiones futuras, mayor motivo de
preocupación debería ser, sin duda, analizar el porqué de ese estancamiento.
Así pues, un gobierno mal llamado socialista se
encarga de satisfacer sistemáticamente los intereses de los empresarios y
poderes fácticos económicos del país que encuentran irresistiblemente rentable
los efectos de esta medida. El otro partido se frota las manos porque le están
haciendo los demás el trabajo sucio. Mientras los trabajadores van a tener que
esperar dos años más para disfrutar de la merecida jubilación. Esto puede
llegar a ser aceptable para un oficinista pero jamás, por ejemplo, para un
obrero de la construcción.
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