Varias personas en la terraza de un bar en Ibiza. EFE/Sergio G. Cañizares/Archivo La lentitud y la burocracia de la Unión Europea que causa muertes y hunde la economía por no acelerar el ritmo de vacunación contra el coronavirus. Cuando la UE debía demostrar que es una nación de naciones con dinero para comprar vacunas y repartirlas de manera ágil entre sus estados miembros, multitud de obstáculos siguen siendo un lastre mortal. Ante tal panorama, media Europa sólo encuentra la fórmula del confinamiento domiciliario, lo que supone una ruina económica y, lo que es peor, no evita que mueran cientos de personas a diario. En este panorama, en España la desazón va por barrios o, mejor dicho, por comunidades autónomas, una auténtica noria según la semana, con la Comunitat Valenciana en una de las mejores posiciones en cuanto a bajo índice de contagio -a falta de comprobar si el puente de San José supone un repunte- y las Islas Baleares que, tras la llegada masiva de alemanes y otros turistas europeos, vuelve a cerrar el interior de los bares y restaurantes ante el temor de una cuarta ola. Mientras países como Israel o Reino Unido han vacunado a buena parte de su población y Estados Unidos se prepara para acelerar al máximo en abril, la Unión Europea sigue a su ritmo, extremadamente lento, lo que produce muerte y hundimiento económico, desazón y frustración social. Unas dudas en la UE que se demostraron especialmente dañinas con el parón temporal de la vacuna AstraZeneca, que provocó que muchos países, entre ellos España, pararan durante unos días el proceso de vacunación.
Con mucha probabilidad, Baleares volverá a cerrar de manera inmediata el interior de sus bares y restaurantes para evitar a "toda costa" una cuarta ola de coronavirus, ante el temor de la rapidez de la propagación de la cepa británica y tras un leve aumento de los contagios en los últimos días.
El interior de bares y restaurantes habían vuelto a recibir a sus clientes hace una semana, pero el Govern ha dejado claro este lunes que tomará todas las medidas necesarias para evitar que los casos de la covid-19 vuelvan a descontrolarse en la comunidad autónoma, han informado esta noche a Efe fuentes del Ejecutivo.
El pasado 12 de marzo las autoridades alemanas sacaron a las islas Baleares de la lista de zonas de riesgo (junto a otras cinco comunidades autónomas españolas), lo que desató la demanda de vuelos y estancias en la isla para las vacaciones de Semana Santa.
La situación provocó una fuerte controversia en España, donde la mayoría de ciudadanos no podrán salir en Semana Santa de su comunidad autónoma por las restricciones de la pandemia; pero también en Alemania, donde el turismo interno está actualmente prohibido, lo que supone graves dificultades económicas para el sector.
De hecho, Baleares se sitúa entre las comunidades españolas con menos contagios: La incidencia acumulada a 14 días en Baleares este lunes es de 47 casos por 100.000 habitantes (44 el sábado pasado), un leve aumento que, sin embargo, preocupa a las autoridades sanitarias ante la posibilidad de que la curva vuelva a subir de nuevo.
Por ello, los epidemiólogos han puesto sobre la mesa la clausura inmediata del interior de bares y restaurantes como medida de choque, un asunto que mañana martes tratará el Govern en una reunión urgente que mantendrá en la Mesa de Diálogo Social con patronales y sindicatos.
En rueda de prensa, el portavoz del Govern y conseller de Turismo, Iago Negueruela, ha dejado claro este lunes que el Ejecutivo tomará cualquier medida que sea necesaria para proteger la salud de los ciudadanos y salvar la próxima temporada turística de verano.
"Nos jugamos vidas y nuestra economía", ha aseverado en rueda de prensa el portavoz, que ha advertido del rápido contagio y del riesgo "exponencial" que supone la cepa británica.
Además, el Ejecutivo exige que cualquier turista internacional que pueda venir a Baleares por Semana Santa venga con una PCR negativa realizada en las últimas 72 horas previas al viaje.
Alemania da un paso atrás en la desescalada ante el avance de la pandemia
Alemania dio este lunes un paso atrás en su recién iniciada desescalada ante el repunte de la incidencia, anunció un cierre general para Semana Santa y obligó al comercio minorista de la mitad del país a bajar de nuevo la persiana.
La canciller alemana, Angela Merkel, y los jefes de gobierno de los 16 estados federados acordaron en una tensa reunión de más de 11 horas este paso, ante el ímpetu que ha tomado la tercera ola -con la variante británica ya como mayoritaria- cuando aún no se había aplacado completamente la segunda.
La incidencia acumulada a siete días se situó este lunes en los 107,3 casos por cada 100.000 habitantes, cuando el 15 de febrero era de 58,9 (tras los 197,6 del 22 de diciembre). En las 24 horas previas se registraron en el país 7.709 positivos y 50 muertos. Más de 3.000 personas se encuentran ingresadas con covid en ucis.
La canciller advirtió que la situación es "muy grave" y apuntó la importancia de no "sobrecargar el sistema sanitario". "Tenemos una nueva pandemia con la propagación de la variante británica", señaló Merkel e indicó que esta mutación es "más mortífera, más infecciosa" y provoca convalecencias más prolongadas.
El acuerdo incluye prolongar las restricciones generales hasta el 18 de abril, reducir los contactos interpersonales a una persona no conviviente y prevé incluso los toques de queda en las localidades en las que la incidencia acumulada sobrepase los 100 nuevos casos por cada 100.000 habitantes en siete días.
En estos lugares, que suponen ya alrededor de la mitad del país, se aplicará el denominado "freno de emergencia" acordado el 3 de marzo y que implica revertir el paso de desescalada del 8 de marzo.
Así el comercio minorista, los museos y centros deportivos deberán cerrar en esas regiones, cuando apenas llevaban dos semanas abiertos. Los colegios, sin embargo, podrán seguir abiertos.
"Era absolutamente imprescindible emplear el freno de emergencia", justificó la canciller.
Además, se prolongarán los festivos de Semana Santa por delante y detrás, entre el 1 y el 6 de abril. Tan sólo algunos comercios esenciales -y con limitaciones- podrán abrir estos días, como gasolineras, farmacias y las tiendas de alimentación.
Durante todos estos días regirá una prohibición nacional de reunión en espacios públicos, igual a la que se aprobó para evitar las aglomeraciones festivas de Nochevieja y Año Nuevo.
"Vemos la intensidad del crecimiento exponencial y creo que los días extra de Semana Santa serán una contribución a los esfuerzos para controlar la pandemia", afirmó la canciller.
La canciller reconoció que el inicio de la desescalada aprobado hace tres semanas conllevaba una serie de "riesgos" que se han acabado materializando.
PCR PARA TODOS LOS VIAJEROS
Merkel y los líderes regionales acordaron asimismo extender a todos los viajeros que lleguen al país la obligatoriedad de hacerse un test PCR, independientemente del lugar de procedencia, cuando hasta ahora esta medida se limitaba a las consideradas "zonas de riesgo".
Esta decisión es su respuesta a la polémica en torno a las vacaciones de Semana Santa en Mallorca, cuya demanda se había disparado después de que las autoridades alemanas sacasen a las Baleares de la lista de zonas de riesgo, lo que eliminaba la obligación de test y cuarentena.
Se establece así, agregó la canciller, una "obligación general" de realizarse un test para entrar al país, indicó la canciller, que recordó que el Gobierno alemán desaconseja "en general todos los viajes que nos sean estrictamente necesarios".
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