Manuel J. Ibáñez Ferriol. Las últimas guerras
vividas en España afectaron a la vida cotidiana en todos sus aspectos, y la
Lotería, aunque continuó celebrándose, también se vio alterada por las
contiendas. Como veremos a continuación, invasores e invadidos continuaron
promoviendo este juego durante la Guerra de la Independencia. También en la
Guerra Civil, y durante diez meses, existieron dos Loterías Nacionales
paralelas con sus sorteos ordinarios y extraordinarios, como el de Navidad o el
de la Cruz Roja. Al inicio de la Guerra de la Independencia coexistieron en la
Península dos Loterías: la de José Napoleón, que operaba desde Madrid, y la del
Gobierno de Cádiz. El bando anti-napoleónico celebró en 1809 su primer sorteo
en Sevilla. A partir del año siguiente y hasta el final de la guerra, los
sorteos se celebraron en Cádiz, salvo algunas excepciones.
En 1808 se
celebraron en VALENCIA, después se trasladaron a
Madrid a causa de la guerra, y en 1810 volvieron a la capital del Turia. La
Junta Superior de Defensa del Reino resolvió que de los beneficios obtenidos
con cada sorteo se tomarían 3.000 reales de vellón para conceder varias dotes a
las doncellas pobres, huérfanas de padres que habían muerto en el frente. Tras
la toma de esta ciudad en 1812, el mariscal francés Suchet dispuso que se
retomasen los sorteos de la Lotería conforme a las antiguas leyes, y el nuevo
Gobierno se comprometió a garantizar tanto los sorteos como los pagos. El 23 de
abril de 1812 los franceses celebraron en Valencia su primer sorteo en esta
ciudad. Tuvo lugar en la Casa de la Audiencia, donde continuaron efectuándose
hasta el 1 de julio de 1813. Cuatro días después de esta fecha, Suchet y sus
tropas tuvieron que retirarse a Francia. Libre el país de las tropas
napoleónicas, los Sorteos regresaron a Madrid y en los meses posteriores fue
extendiéndose la venta de la Lotería Nacional a toda la península. Las dos
Loterías, Primitiva y Nacional, convivieron hasta 1862.
Más de un siglo
después, en 1935, las ventas de lotería suponían un 1,1% del Producto Interior
Bruto español, lo que equivalía a un 3% de los ingresos totales del Estado, una
cantidad nada despreciable. Por eso, al igual que ocurrió durante la Guerra de
Independencia en el siglo XIX, cada sector explotó su propia lotería.
La Lotería
Nacional, al iniciarse la guerra española de 1936-1939, sufrió las
consecuencias del conflicto bélico. Se adaptó a las mismas, y según se iba
desarrollando la contienda, celebró sus sorteos en diversas capitales: Madrid,
Valencia y Barcelona, dentro de la zona republicana, y Sevilla y Burgos en la
entonces denominada por sus partidarios “zona nacional”.
La Hacienda,
también desgarrada en dos, improvisó instrumentos mecánicos para que los
sorteos siguieran en marcha, repartiendo suerte en los dos sectores
combatientes durante los años desafortunados que duró el conflicto. Lo curioso
es que las dos se llamaban de la misma forma: “Lotería Nacional”. El porqué del
nombre se debía a varias razones: Los billetes de Lotería de los sorteos
posteriores al 18 de julio de 1936 ya estaban impresos y distribuidos, de modo
que cambiar la denominación no tenía mucho sentido en términos económicos. En
términos políticos tampoco era conveniente, pues un cambio de nombre podía
entenderse como una forma de reconocimiento al otro. Además, el término
“nacional” de la Lotería tenía originalmente connotaciones progresistas, pues
se denominó así desde el primer sorteo celebrado en Cádiz en 1812 para subrayar
que no era “real” –del rey–, sino del pueblo.
Los avatares de la
Lotería Nacional republicana reflejan fielmente el empeño y los esfuerzos del
gobierno para evitar, o al menos retrasar, lo que al final resultó inevitable.
Al estallar la guerra hubo que reajustar sobre la marcha los planes de los
sorteos ante la cantidad de devoluciones de billetes no vendidos o confiscados
en el sector nacional. Aun así, se siguió con el calendario de sorteos previsto
antes del inicio de la guerra. La Lotería Nacional continuó funcionando
normalmente en Madrid hasta que, a principios de noviembre de 1936, y ante la
posibilidad de la caída de la ciudad en manos de Franco, el gobierno de la
República, y con él el personal de Loterías, decidió trasladarse a VALENCIA, donde se reanudaron los sorteos. Allí continuaron los tres sorteos
mensuales, con una excepción: el Sorteo Extraordinario a beneficio de la Cruz
Roja, que debía haberse celebrado en Madrid el 14 de octubre de 1936, fue
aplazado debido a sus bajas cifras de ventas, y se celebró en Valencia el 14 de
enero de 1937. Ese año, el gobierno realizó tres sorteos mensuales, excepto en
el mes de enero, que celebró cuatro –el de la Cruz Roja– pero la marcha de la
guerra, que además de una pérdida de territorio implicaba también una mayor
desconfianza hacia el valor de la moneda, obligó a ir reajustando el valor de
la emisión. Así, si en 1936 la emisión del sorteo de Navidad alcanzó los 144
millones de pesetas, en 1937 sólo supuso cerca de nueve millones. En Valencia
los sorteos se celebraron en una amplia nave industrial, un antiguo almacén de
tableros, situado en la calle Troya, que tenía una
cabida para 2.000 personas. Para el sorteo de Navidad del 22 de diciembre de
1936 se confeccionó un dosel con una enseña roja, flanqueada por la bandera
republicana y la senyera valenciana. En ese sorteo
se utilizaron los bombos de Madrid y actuaron de cantores los niños del Colegio
Imperial de San Vicente Ferrer.
Han sido muchas,
las veces que la Lotería Nacional ha tenido su sede en VALENCIA, en momentos muy significativos e importantes en nuestra reciente
Historia Contemporánea.
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