Leopoldo Bonías Woody Allen y la encantadora Helen Hunt encabezan el elenco de actores de un film, creo yo no muy conocido para el gran público, donde el genial actor estadounidense encarna el personaje de un investigador privado de una compañía de seguros que fundamenta sus indagaciones con métodos totalmente heterodoxos basados en informaciones obtenidas como consecuencia de las averiguaciones realizadas con mendigos y otros personajes de ambientes marginales o poco recomendables.
Estas pesquisas, quiérase o no, aportan muchas veces más información a modo de lo que en el argot de los servicios secretos se denomina “antenas” (personas que facilitan cualquier tipo de información que conozcan por su situación estratégica o relaciones con personas de cierta relevancia para su posterior análisis) que la que pueda obtenerse de pruebas periciales realizadas por facultativos o peritos, al menos para iniciar una investigación.
La idiosincrasia del personaje que encarna Woody Allen, unido a los métodos de investigación que utiliza, hace que no goce del más mínimo prestigio profesional en la compañía para la que trabaja en la película en cuestión. Algo parecido parece deducirse de lo que opina el alcalde de San Juan de Alicante de sus policías locales.
Jaime Albero Gabriel, analista e investigador en Comunicación Política por la Universidad de Alicante y a la sazón alcalde de una población de más de 20.000 habitantes del área metropolitana de capital de la provincia, dice en declaraciones a una televisión local al explicar las funciones de los diferentes Cuerpos de Seguridad que “los casos graves y medios los lleva la Guardia Civil”. Por otra parte, los casos leves, “que tienen menos peligro de lesión o muerte, los lleva la Policía Local”.
Si la Policía Local ve tráfico de drogas, manifiesta el primer edil alicantino, “avisa a la Guardia Civil” para proseguir su exposición televisiva con la categórica afirmación “porque la Policía Local no puede detener, puede retener”. Concluye la surrealista declaración poniendo la guinda al pastel aseverando para los supuestamente más ignorantes “hay que tener claras las competencias de cada uno”.
Una cosa hay que reconocerle al alcalde de San Juan de Alicante, y es que ha rectificado públicamente de todas las barbaridades que dijo en su comparecencia ante las cámaras porque resulta difícil de entender que una persona que ocupa la alcaldía de un municipio no sepa que la Policía Local no sólo puede detener, sino que tiene la obligación de detener cuando se den las circunstancias previstas en la Ley de Enjuiciamiento Criminal como policía judicial que es.
Afortunadamente, tanto la Policía Local como la Guardia Civil, el Cuerpo Nacional de Policía y la Policía de la Generalitat gozan de profesionales bien formados y la imagen que dio ante la opinión pública de la Policía Local en general y de la de San Juan en particular el alcalde de la localidad fue tan desacertada que sólo consiguió desprestigiarse a sí mismo.
Sobran alcaldes como el de San Juan de Alicante y faltan personas como el escritor Francisco García Pavón, el creador de Plinio, jefe de la Policía Municipal de Tomelloso, cuyo personaje fue llevado a la primera cadena de la Televisión Española en serie emitida por episodios con notable éxito en los albores de la televisión en color en España.
Decía el escritor que en su infancia veía a los policías municipales como “personajes importantes, casi fantásticos” y que esa es la imagen que le inspiró la creación del personaje de Plinio. En definitiva, nada que ver con el calamidad del alcalde de San Juan de Alicante que la única excusa que podría argüir en su defensa es que, al igual que Woody Allen en el film, se encontraba bajo los efectos de la maldición del escorpión de Jade.
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