Davinia Bono.
Con
un sencillo gesto, con una mera comparación basta para darse cuenta
del éxito de las políticas económicas de empleo del Partido
Popular. Solo deben comparar los datos, encuestas y estadísticas
de empleo durante los años gobernados por Aznar y Rajoy, y los
años fracasados de González y Zapatero.
Los
datos de paro a nivel nacional publicados esta semana indican un
descenso por tercer mes consecutivo. La caída del paro no es ya
un fenómeno pasajero ni estacional. El paro se refuerza en una
tendencia sostenida y coherente, y se pone de manifiesto que el
Gobierno está consiguiendo los objetivos que pretendía con la
reforma laboral y estructural.
Esta
semana hemos conocido la mayor disminución de paro, a nivel
nacional, en el mes de abril de toda la serie histórica. A día
de hoy hay 304.000 desempleados menos que hace un año en
España. Sin embargo, hemos de lamentar, en este sentido que, si
bien son unos datos “para que se alegre todo el mundo”, los
socialistas no lo hacen. Cuando los datos son buenos no se alegran, y
cuando la economía va mal engañan a los españoles diciendo
que va bien. Ahora, niegan la mejoría, que es negarles esperanza
e ilusión a todos los españoles.
Ahora
mismo, hay 4.684.301 parados en España, hasta 60.000 menos que
hace dos años, poco después de empezar la legislatura.
Esta
mejoría en el paro también se refleja entre los jóvenes: en el
último año, 58.770 menores de 25 años abandonaron las
listas del desempleo, un 12,38% de bajada.
Sin
embargo el Partido Popular es consciente que hay que seguir
trabajando para consolidar estas cifras y que no se puede bajar
la guardia en la lucha contra el paro.
De
ahí que uno de los ejes fundamentales del programa electoral
popular es la prioridad por el crecimiento y el empleo. Es muy
importante destacar la vinculación entre la política económica
y la política social, porque nos diferencia mucho del anterior
gobierno. Nosotros entendemos que no hay política social sin
una buena política económica. Una política social que se financia
a base de déficit público es insolidaria con las generaciones
futuras y radicalmente insostenible.
Cabe
recordar cómo en época de gobiernos socialistas, con un país
endeudado, que no cumplía los objetivos de déficit y donde las
entidades financieras no podían dar crédito a las Comunidades
Autónomas, las políticas sanitarias se resintieron, la Seguridad
Social volvió a estar en déficit y era muy difícil mantener los
servicios públicos esenciales. Esto constata que la mejor política
social es una buena política económica.
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