Juan Vicente Aras. EPDA.El despropósito español sigue imparable. Imbatible que diría el mismo Presidente a cuenta del la crisis del "chuletón". La propia maquinaria estatal, con el Ejecutivo a la cabeza está sirviendo de ariete para demoler todo el sistema y preparar un cambio de régimen por la puerta de atrás.
La demolición de nuestro estado de derecho se ha convertido en una prioridad para un Sánchez que ejerce de corifeo de sus asociados que le jalean con desvergüenza y cinismo desde la misma tribuna del Congreso. España está exhausta y sumida en un preocupante letargo mientras se socavan los cimientos de nuestra convivencia y se blanquea el peaje político a los independentistas y secesionistas. Un autoindulto que será el finiquito de la presidencia de Sánchez y el epitafio del PSOE constitucional, como bien advertía Pablo Casado.
De ahí la importancia de salir de ese peligroso letargo. Los españoles no podemos pagar la cuenta del secesionismo. Mientras al resto nos suben los impuestos, los costes energéticos se disparan, el gasto público eleva la deuda a máximos históricos, la economía sigue renqueando entre el virus, con todas las alarmas encendidas a pesar de la propaganda oficial, Sánchez les quiere regalar el dinero robado.
Todo ello en medio del acoso y derribo a nuestras Instituciones y organismos Independientes, para someterlos bajo el yugo monclovita.
Porque no se trata solo de pagar la cuenta del secesionismo, esa fiesta de despilfarro ilegal malversando dinero público. Con la pandemia de vergonzante escudo, la inmoralidad avanza limitando libertades para seguir en el poder, esquilmando nuestros bolsillos para apuntalar su nepotismo. Todo menos articular una estrategia efectiva de choque y legislar en serio ante el preocupante repunte de la pandemia y la ausencia de un Gobierno que vuelve a dejar a los pies de los caballos a las CCAA. Un gobierno que ante esta nueva emergencia solo nos ofrece cierres ruinosos, subida de cotizaciones, asfixia a autónomos y pymes y máxima preocupación porque las cuentas no salen. Pero tranquilos. Sánchez nos presenta una Ley de Seguridad para expropiar bienes, en vez de la tan necesitada y demandada Ley de Pandemias.
Las prioridades de los españoles no pasan por los laboratorios sociales con sus nuevos proyectos legislativos. Estamos sufriendo una némesis, un castigo divino, una venganza en manos del nuevo Dios olímpico. Desde su trono monclovita dirige su cetro contra una España que no se merece un Gobierno rendido al narcisismo absolutista de Sánchez. Pero hay alternativa. Hay una forma distinta al sanchismo de hacer las cosas y España, cuando la ha probado, le ha ido bien. Una alternativa dirigida, una vez más, a la recuperación del país. Las recetas del Partido Popular funcionan: impuestos bajos, menos burocracia, flexibilidad laboral, apuesta decidida por la formación y seguridad jurídica... Somos la alternativa, la necesaria némesis de Sánchez.
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