Laurence Lemoine Debo confesar que últimamente, las noticias me espantan un poco e intento informarme lo justito para evitar caer en una profunda depresión y así guardar mi legendaria sonrisa y mi famoso sentido del humor que me permite reírme aún de todo.
El 20 de enero, me he sorprendido a mí misma sentir tanta alegría al seguir la ceremonia de investidura del 46º Presidente americano. Hasta he brindado con champagne por su victoria y por su salud, ¡que le hará falta!
En realidad, me da igual que haya ganado un demócrata, lo que me hacía feliz era ver que, por fin, ese gran país, volvía a ser normal... Por fin, esa gran nación volvía a tener cara de seriedad, dignidad y normalidad... A la imágenes terribles y chocantes de la invasión del Capitolio, se superponían las de los nuevos inquilinos de la Casa Blanca y claramente, América pasaba página después de 4 años con un presidente egocéntrico, inculto, desconcertante e imprevisible... ¡ Podría seguir con una larga lista de adjetivos, pero, ¿para que?
Es increíble como la imagen de un país puede cambiar según el presidente que lo encabeza! ¡Cuánto daño habrá hecho el casi okupa del Despacho oval...! Estoy de acuerdo que, a nivel económico, no lo ha hecho tan mal, los europeos, le debemos una mayor unión entre nosotros, pues había casi unanimidad contra él, su forma de ser y su voluntad de imponer sus reglas del juego. De acuerdo, no declaró ninguna guerra, bien... Para mí, esa elección fue un puro accidente democrático, prueba de que justamente existe la democracia allí, pues cualquiera puede acceder al puesto supremo. Ahora, América está más polarizado que nunca con una violencia extremista en alza y una brecha política que divide familias y amigos, además de impedir cualquier cooperación entre los partidos.
Las palabras de sensatez y de diálogo del nuevo presidente fueron acertadas: «Debemos acabar con esta guerra incívica de rojos contra azules, de campo contra ciudad, de conservadores contra liberales» -dijo-”debemos empezar de nuevo: comencemos a escucharnos, a vernos, a mostrar respeto los unos por los otros. Sé que hablar hoy de unidad puede sonar como una fantasía ingenua. Sé que las fuerzas que hoy nos dividen son profundas y reales”, añadió delante de un público casi inexistente por causa de la pandemia y del miedo a un acto de violencia. La verdad es que ese mismo discurso nos podría también servir aquí en España ¿no ?
Tengo mucha curiosidad por saber lo que le deparará el futuro al ex presidente. Tendrá más tiempo para mejorar su putt y su drive (además ni juega bien al golf) y al perder su inmunidad judicial se reactivarán varias causas pendientes contra él en los Tribunales.
Perdonadme, no me gusta hablar mal de la gente y de hecho, no lo suelo hacer, pero con ese tipo no puedo, de verdad (¿se ha notado?)... No creo que sea una falta de respeto a sus más de 70 millones de electores o a sus fans de por aquí. Sólo quería decir que los americanos merecen un presidente un poco más serio y a la altura de su alta posición y, aunque ni a mí ni a vosotros nos vaya a cambiar la vida, al menos tengo un motivo de alegría.
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