La situación de crisis
sanitaria como consecuencia del Covid-19 ha estado ocasionando una problemática
evidenciada por el hecho de que la
okupación se ha disparado en zonas costeras en segundas viviendas, ya que
sus propietarios no pueden trasladarse hacia ellas con tanta frecuencia como lo
hacían antes de la pandemia.
Pandemia y el repunte de la
okupación
Desde hace algunos años en
España, existen personas a las que se les identifica como okupas, quienes aprovechan los inmuebles que se encuentran
solos para convertirlos en sus residencias. Algunos de ellos por no contar
con un lugar donde dormir, pero otros como parte de una forma de apropiación
que les permite obtener ingresos tras alquilarlos a terceras personas.
Sin importar cuál sea la
finalidad de este ingreso ilegal, la
okupación durante la pandemia se ha incrementado en las zonas costeras,
donde muchos propietarios tienen segundas viviendas para pasar sus vacaciones.
A causa de las medidas
adoptadas en cuanto al confinamiento social, gran cantidad de propietarios han
dejado de trasladarse hasta estas residencias, muchas de las cuales no cuentan
con sistemas de alarmas y esto ha generado la oportunidad ideal para que los okupas puedan
ingresar fácilmente a ellas.
La policía en zonas costeras ha tenido que
reforzar la vigilancia tras
constatar que se está ingresando a los inmuebles sustrayendo ventanas e incluso
empleando gatos de coche para abrir los barrotes de hierro colocados en ellas.
Sin duda, el confinamiento
estricto que está afectando a la colectividad impide que los propietarios se
trasladen a estas segundas viviendas con la frecuencia habitual, pero los entes
policiales recomiendan que se incremente
la protección en ellas, especialmente adquiriendo sistemas de seguridad, como
los ofrecidos por Movistar Prosegur Alarmas, por ejemplo.
Una de las provincias más
afectadas por robos e ingresos ilegales por parte de los okupas es Valencia, precisamente por ser una de las
mejores zonas costeras del país, lo que mantiene intranquilos a muchos
propietarios que observan con preocupación cómo sus inmuebles son susceptibles
de ser tomados por este tipo de personas.
Factores que están
favoreciendo la okupación en las zonas costeras
Algunas familias españolas
cuentan con dos residencias: una es considerada como su hogar habitual y, generalmente, está ubicada en la ciudad donde
ejercen sus labores de trabajo, estudios o simplemente donde les resulta cómodo
vivir, por contar con todos los recursos
comerciales a su alcance; la otra suele encontrarse en una zona costera, a
la que se dirigen durante sus vacaciones para relajarse y reponer energías.
En la actualidad, debido al
confinamiento a consecuencia de la pandemia, estos propietarios no han podido coger tantas vacaciones, ni
visitar su segunda vivienda como de costumbre, lo que ha ocasionado que
permanezcan solas por más tiempo y sean objetivos en la mira de cualquier okupa.
Por ello, las zonas
costeras están entre las más afectadas, especialmente porque la mayoría de estos inmuebles no cuentan
con un adecuado sistema de seguridad o alarmas antirrobos.
Son muchos los propietarios
que al levantarse el confinamiento se dirigen a su segunda vivienda y
encuentran que su llave ya no abre la cerradura o en el interior se encuentran
personas que hacen uso del inmueble como su residencia.
Sin duda, uno de los
factores que favorece esta circunstancia es
el largo tiempo durante el cual las propiedades permanecen solas y la falta de
seguridad en los principales puntos de acceso a las mismas.
Aunado a esto, existen
algunas mafias que se dedican a buscar viviendas con la finalidad de violar su
cerradura y ofrecerla a personas que están buscando un inmueble por módicas
sumas de dinero.
¿Cómo prevenirlo?
La baja afluencia de residentes en las
urbanizaciones costeras está facilitando el ingreso a estas residencias, ya que cuentan con
tiempo suficiente para arrancar ventanas o romper puertas sin que nadie escuche
nada, ni pueda darse alerta a las autoridades, quienes han corroborado que esto
se ha vuelto una tendencia.
Una vez más, se comprueba que la mejor forma de prevenir
el ingreso de un okupa es empleando herramientas y mecanismos de protección,
como es el caso de una buena alarma, provista de cámaras de 360° con sensores
de movimiento y conectividad wifi, que le permite a cualquier propietario
visitar virtualmente su propiedad desde su residencia principal, tal como si lo
realizara de forma física.
De esta manera, mantiene estricto control de su propiedad y
es alertado de forma oportuna cuando se trate de ingresar a la fuerza a su
segunda vivienda, efectuando un registro visual de toda la situación, que
podrá emplear posteriormente como evidencia en caso de que sea necesario
resolver un conflicto con cualquier okupa. Pero, lo más importante, es que será
enviada una señal de alerta a la policía para que se presente en el lugar y
evite que sea cometido este delito.
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