"La asociación de carácter
estatal Plataforma por una Vivienda Digna inició sus pasos en el año 2003, en
los tiempos en los que el precio de la vivienda crecía a un 17% anual mientras
desde el Ministerio de Economía capitaneado por el señor Rodrigo Rato, se nos
decía -como si eso fuese motivo de orgullo- que “si la vivienda estaba cara era
porque los españoles podían pagarla”. Tras el trabajo de análisis preliminar,
pronto nos dimos cuenta de que eso no era exactamente así, sino que la vivienda
estaba tan cara porque los bancos podían financiarla a esos precios trayendo
recursos del extranjero y por ende, comprometiendo nuestro futuro, convirtiendo
el tristemente famoso “milagro económico” en una falacia de proporciones
históricas, porque era obvio que posteriormente llegaría el día en el que
tendríamos que pagar las enormes deudas.
Ha pasado mucho tiempo desde
entonces y con tremenda incomprensión y desazón hemos contemplado año tras año,
como prácticamente todas las medidas en materia fiscal, urbanística o de
política de vivienda que han ido tomando los distintos ejecutivos nacionales y
autonómicos, de uno u otro partido, no sólo no ayudaron a reconducir la
situación del mercado inmobiliario, sino que sólo sirvieron para empeorarla. A
pesar de nuestras repetidas denuncias, todo, absolutamente todo el marco
regulatorio se ha puesto durante años al servicio de la compraventa de
viviendas a precios disparatados, relegando otras opciones que existen y que
son tan dignas como la propiedad, en el objeto de que la ciudadanía satisfaga
su necesidad vital de alojamiento.
Esta aciaga reiteración en los
errores de la clase política, llevó a esta organización a participar de las
manifestaciones multitudinarias de 2006-2007 que vinieron a denunciar la
profunda ruptura social y económica que estaba ya provocando el modelo de
“gente sin casas y casas sin gente” –ya se habla de seis millones de viviendas
vacías-. Incluso en aquella ocasión, las medidas que se tomaron por una
“vivienda digna” al calor de la protesta social, salvo tenues avances que
fueron deshechos poco después, se utilizaron subrepticiamente para fomentar aún
más la compraventa de viviendas a precios desorbitados y con ello, el
sobreendeudamiento generalizado de la población en base a sus necesidades
vitales. La PVD por aquel entonces atónita ante lo que estaba sucediendo, llegó
a pedir la dimisión del ministro de Economía, Pedro Solbes -al que se obsequió
con un ladrillo gigante- por negarse a frenar o limitar en algún modo la
espiral crediticia con la aprobación de la Ley Hipotecaria, una Ley que se
redactó de espaldas a la ciudadanía al dictado de las entidades financieras y
que, por cierto, contó con el apoyo del Partido Popular y de CiU –quizás el
único precedente en toda aquella legislatura de sumo enfrentamiento político-.
Cuando el castillo de naipes
construido sobre la necesidad de vivienda de los ciudadanos comenzó a
tambalearse, nos dijeron primero que no pasaría nada, que teníamos el sistema
financiero más sólido del mundo, luego que eran pequeñas turbulencias
provocadas por los avatares internacionales y que sería algo pasajero,
posteriormente llegaron las ayudas públicas a los bancos para “garantizar el
crédito y poder seguir creciendo” y cuando llegó el cambio de gobierno, que “se
sabía lo que había que hacer” para arreglar el desaguisado. Y mientras, por
otro lado se seguía haciendo “mas de lo mismo” y negando una burbuja inmobiliaria
–y con ello la corresponsabilidad-, que por no ir más lejos fue calificada de
“topicazo” por el actual ministro de Hacienda hace tan solo unos meses. Y ahora
llegan las grandes nacionalizaciones y el traspaso ingente de la deuda odiosa a
los ciudadanos, un quebranto monumental e histórico por el que no se tiene
intención ninguna de responder.
Entre tanta declaración falaz y
oscurantista destacó por doloroso el tópico de “nadie nos avisó”, “nadie fue
capaz de prever esto”…Tajantemente falso: los avisos fueron constantes y
reiterados tanto a nivel interno, como originados en el extranjero durante
años. El propio Jaime Caruana ya en 2002 alertaba del aumento de riesgo por el
endeudamiento de las familias, a lo que también el actual Ministro de Hacienda
replicó “que eso era bueno ya que la
compra de un piso programa a largo plazo un incremento del nivel de ahorro”1.
Nos consta también que la intervención del Banco de España conocía al menos
desde el año 2006 los grandes desequilibrios con los que el mercado inmobiliario
estaba amenazando a la banca española. Y si fuera sólo eso…en esta asociación
hemos tenido la oportunidad de examinar numerosísimos estudios e informes –los
primeros datados en el año 2000-, y muchos otros como los de la ONU, el BdE, el
CSCAE, The Economist, los servicios de estudios de distintas entidades
financieras internacionales, la OCDE, el FMI, los distintos informes emitidos
desde la Unión Europea y un largo etcétera incluyendo a los de esta asociación,
que coincidían en desaconsejar la política de vivienda, fiscal y urbanística
que se estaba practicando en España.
Los casos más sangrantes se dan con los
estudios que el propio gobierno encargó a sus órganos consultivos para pasar a
olvidarlos a continuación: Consejo de Estado, Observatorio de la Vivienda, etc.
Y la pregunta que surge es ¿por qué no hicieron nada ante las numerosas
alertas? Quizás porque como dijo el comisario europeo Almunia “hubiese sido
retirar la ginebra a mitad de la fiesta”. Lo que nos lleva a la siguiente
pregunta ¿la fiesta de quién? Porque es obvio que alguien se ha pegado un gran
festín en el mercado inmobiliario y ahora no quiere pagar la cuenta, que es
bastante abultada.
Sin olvidar la parte de
responsabilidad que también reside en entidades europeas, es tal el cúmulo de
sinrazones y despropósitos, que sólo los intereses espurios de los que nos han
gobernado a nivel personal, de sus formaciones políticas a nivel colectivo y de
su interrelación con las entidades financieras y otros negocios privados,
pueden explicarlos. Con un país al borde del colapso económico y social,
creemos firmemente que de una vez por todas se ha de romper la baraja y que ha
llegado la hora de que se depuren responsabilidades y que los que han
perpetrado el “festín inmobiliario” paguen por el inmenso daño que han causado
a la sociedad española.
Es por ello por lo que esta
asociación ha decidido presentar varios escritos en las más altas instancias
del Estado y de la Unión Europea: La Fiscalía General del Estado, la Fiscalía
Anticorrupción, al Tribunal de Cuentas, al Consejo General del Poder Judicial,
la Defensora del Pueblo y la Comisión de Peticiones la Unión Europea,
instándoles a iniciar un proceso indagatorio y de investigación que confiamos
lleve a delimitar responsabilidades de todo tipo allá donde las haya. Hay
mucho, mucho que investigar. No se puede aceptar, si queremos tener un futuro
democrático y en libertad, que quienes han provocado el caos actual, sigan
disfrutando de sus pingües sueldos y pensiones e incluso tomando decisiones,
mientras a los ciudadanos –que ya estamos en una situación límite y somos los
únicos que hemos pagado el “festín” hasta la fecha- se nos condena a lustros de
degradación de nuestro sistema de bienestar social, a más empobrecimiento, a un
desempleo fuera de todo orden y a una enorme exclusión social.
Y aún al
borde del default, seguimos echando leña al fuego
Y hablando de todo ello ¿qué ha
hecho el nuevo gobierno para enderezar esta situación? Pues la respuesta es
simple: acelerar exponencialmente las mismas políticas del desastre. Esta
asociación ya anunció el continuismo con las políticas del gobierno anterior,
cuando en plenas navidades el ejecutivo incluía en un Real Decreto-Ley, a
escondidas, una línea de avales para la banca de nada menos que 100.000
millones de euros. Poco después se anunció la aplicación de un IVA
superreducido para todas las viviendas, incluyendo las residencias de lujo.
También, resultó muy elocuente, el reforzamiento retroactivo de las deducciones
a la compra de viviendas para nuevos demandantes, unas “ayudas” que realmente
han venido terminando en manos de bancos y promotoras -77.560 millones desde
1979 nada menos2- y que todos los estudios e instituciones coinciden
que han contribuido como nadie a que se infle la enorme burbuja inmobiliaria
que hemos sufrido en España y que, por si fuera poco, a estas alturas están
detrayendo unos recursos necesarios e imprescindibles a los servicios sociales
básicos de la ciudadanía.
Ya más recientemente el
gobierno ha anunciado más “cambios” regulatorios en el mercado de la vivienda,
amenaza con precarizar aún más el mercado del alquiler con un lamentable
anteproyecto de ley –favoreciendo así aún más la compra-, ha congelado
vergonzantemente los módulos de protección oficial cuando lo que se debe hacer
con ellos es reducirlos drásticamente y por si fuera poco, ahora se anuncian
exenciones fiscales adicionales en impuestos inmobiliarios que son
determinantes para el presupuesto de las comunidades autónomas. Todo ello
persigue el mismo fin: que si tiene que bajar el precio de la vivienda, que sea
la porción que disfruta el Estado y no la de las entidades privadas la que
baje. Es absolutamente desquiciante comprobar que se sigue sin comprender que
para deshacer el agujero negro inmobiliario que decía el gran profesor Naredo,
sólo existe un camino que radica en la profunda desinversión y en la bajada
drástica en el precio de la vivienda hasta volver a unos precios razonables en
relación a los salarios y eso mientras se afianza una política de vivienda
realmente social para garantizar el derecho al alojamiento a los más
necesitados.
No damos crédito a que todavía
aún hoy, se siga intentando echar más leña a una hoguera que ha abrasado ya el
país y que se siga obviando que cada persona que se endeuda en exceso por la
compra de una vivienda, contribuye a afianzar aún más las insolvencias
bancarias y la sequía del crédito tan necesario para generar empleo. Algunas
veces hemos aludido al país que van a dejar nuestros gobernantes a las
generaciones venideras, pero ahora vamos a probar con la dimensión trascendente
de la persona, porque la Historia, esa eterna huella, juzgará a todas estas
personas como lo que son, ni más, ni menos. De todo esto y dada la gravedad del
asunto, tengan a buen seguro que algún día se escribirá, ya habrá un Pascual
Madoz que lo cuente porque no se puede engañar a todos todo el tiempo."
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