Leopoldo Bonías Los encontronazos entre policías y autoridades no son nuevos. Muchos piensan que algunos políticos son de perfil muy bajo y eso contribuye a que no sepan exactamente cuál es su sitio y hasta dónde y cómo pueden llegar en cada situación.
Estos comportamientos que pudiéramos llamar benévolamente como “inadecuados” no son patrimonio de unos u otros partidos.
Las autoridades que llevan mucho tiempo en el cargo corren el riesgo de endiosarse y entonces les invade la soberbia, que, recordémoslo, es un pecado capital que Santo Tomás de Aquino llamaba vanagloria.
Así, si hacemos un breve repaso de un pasado no muy lejano en el Cap i Casal tenemos antecedentes protagonizados por el mismísimo concejal de Policía que ni corto ni perezoso decidió “fumarse un puro” con las normas y las ordenanzas y pasear por el interior del recinto vallado donde se encontraban instalando los explosivos de la “mascletá” acompañado por una comitiva mientras se vanagloriaba fatuo de su poderío para vulnerar la legalidad a pesar de las advertencias de los policías de servicio.
Otros acaban de llegar, son inexpertos, están acostumbrados a perder siempre. Algunos aún no se han dado cuenta de que ya no están sentados encima del bordillo de la acera y el traje les viene grande. Son políticos que prestan muy buenos servicios en la oposición pero no asumen el rol de gobernantes cuando cambia su status.
¿Quién no recuerda la eficacia del tándem Gimeno-Ibarra en la Diputación Provincial de Valencia en la época de Clementina Rodenas?. Unos auténticos fenómenos del hostigamiento constante. El autor del apodo del “sostén de la derecha” - en referencia a la que luego sería alcaldesa de Valencia - y el torrentí fueron dos opositores indómitos que no dieron tregua. Luego el partido no les reconoció sus esfuerzos al llegar al poder y eso con personas inteligentes , con buena memoria y mejor archivo acaba pasando factura.
Estos políticos son muy eficaces para la lucha diaria y no hay partido que se precie que no tenga alguno en sus filas. Volviendo al último incidente -protagonizado por el edil transalpino- mucha gente se pregunta, “¿pero cómo es posible que este hombre pueda ser un peso pesado del equipo de gobierno?
Los mas ladinos pueden pensar que la máxima autoridad conoce la biografía del tirano siracusano Dionisio El Viejo del que se cuentan multitud de anécdotas de sus cuarenta años de mandato hace más de 2.300 años en una época donde los envenenamientos y asesinatos iban a la orden del día y entre las que destaca la de la espada de Damocles – nunca entendí por qué no recibió el nombre de la espada de Dionisio El Viejo que fue su autor intelectual – pero hay otras muy ilustrativas como la que ocurrió en otra ocasión en la que se cuenta que designó para un importante cargo a uno de los peores hombres de la ciudad. Cuando uno de sus más íntimos colaboradores se atrevió a preguntarle el motivo de haber nombrado a una persona de semejante calaña, Dionisio sonrió y dijo “No te das cuenta de que lo he hecho a propósito para que haya alguien más odiado que yo”.
Sin embargo, la mayoría piensa que simplemente algunos no se han enterado donde están y les ha llegado de nuevas el cargo que ocupan y exclaman con sorna: “La que mai ha portat bragues les costures li fan llagues”
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