Resonancia. EPDA Uno de los principales problemas de la
excelente sanidad pública valenciana son las listas de espera. Que
alcanzan incluso a las citas en los ambulatorios cada vez que hay un
período vacacional y se restringe el horario de atención,
independientemente de los repuntes gripales. Las listas de espera las
sufren los pacientes y los profesionales, y contra ellas han de
luchar nuestros administradores. Lo que no tiene mucho sentido es que
precisamente un grupo de médicos presione a la Conselleria en un
sentido que aboca a un previsible repunte de las citadas listas de
espera.
Es el caso de unos radiólogos,
empeñados en internalizar las Resonancias Magnéticas de los
hospitales valencianos cuando estos aún no parecen estar capacitados
para asumir el servicio sin la ayuda de empresas externas. De hecho
la Conselleria, que, como es sabido, apuesta inequívocamente por la
reversión de los principales servicios vinculados a la sanidad al
sistema público de gestión directa, se ha visto obligada a convocar
y resolver unos concursos transitorios para anticiparse y evitar
riesgos de listas de espera radiológica en los hospitales de su red
hasta que pueda poner en marcha la internalización del servicio
público. Esos concursos están ya resueltos pero no ejecutados, y en
su mayoría han sido ganados por quienes ya trabajaban en la anterior
UTE (Erescanner Salud), que año y tres meses después de acabado el
concierto también continúa prestando servicio por el procedimiento
de ‘enriquecimiento injusto’ para que el sistema no colapse.
Entre los perdedores de estos nuevos
concursos hay varios de los firmantes de un apremiante escrito
dirigido ahora al departamento del Consell que dirige la socialista
Ana Barceló por la Sociedad de Radiología de la Comunidad
Valenciana (SRCV), entidad que toma partido con un informe en el que
se pone en duda no sólo la voluntad real de la Conselleria sino
también la calidad del trabajo de la UTE ganadora del primer
‘megaconcurso’. La SRCV se ha apoyado en una encuesta hecha en
octubre con escasamente 59 profesionales (sólo en la provincia de
Valencia hay 375 especialistas en radiodiagnóstico, que no son los
únicos médicos que trabajan en radiología según los datos del
Colegio Oficial de Médicos de Valencia), impulsada por tres
radiólogos que han perdido concursos y que, a pesar de su profesión
de fe pública, trabajan tanto en la sanidad pública como en la
privada. Es decir: se presentan a los concursos para trabajar con
empresas privadas, pero cuando pierden, reclaman acelerar que todo
sea ya 100% público.
En origen, esta controversia nace de un
Informe del Síndic de Comptes que afirmaba que si las resonancias
las hiciera directamente la Administración y no las concesiones,
saldrían más baratas. Según la empresa que las gestionaba se
habría cometido el error de computar como “media de informes por
equipo instalado en hospitales públicos en 2012” la media de los
que tramitaba la UTE, que es muy superior a los hechos en la pública
según auditores externos, por lo que las conclusiones del Síndic no
serían correctas.
El caso es que con ese informe la
Generalitat encuentra una percha para buscar el rescate del servicio,
máquinas incluidas a las que se sumarían las donadas por Amancio
Ortega. Pero la administración autonómica choca con la realidad de
las listas de espera y, por responsabilidad, decide actuar convocando
los nuevos concursos. Y es ahí cuando empieza la campaña de algunos
de los que los pierden, propalando que Sanidad no quieren revertir.
La campaña basada está en la citada
encuesta de la SRCV, y se apoya en algunos tuits, en los que se deja
el el aire la pregunta de si la reversión está en los presupuestos
de la Generalitat para 2020. En la conversación en la red participa
la secretaria autonómica de Salud Pública, Isaura Navarro
(Compromís), que marca distancias con los socialistas de su
Conselleria: “está en manos del Subsecretario de la Conselleria.
Mi postura al respecto es pública y notoria”.
La cuestión de fondo es que no debe
ser tan fácil revertir cuando Ana Barceló aún no ha podido
hacerlo. Porque de lo que se trata es de que el paciente no note el
tránsito, garantizando un servicio óptimo servicio sin que crezcan
las listas de espera. Sirva de ejemplo el caso del Hospital Peset de
València, totalmente público en resonancias magnéticas, pero que
necesita de los radiólogos de la UTE para festivos, domingos, y
listas de espera en las que se incluyen pacientes quirúrgicos y
oncológicos. Poca broma.
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