Más de un millar de vecinos de Puçol recorren a pie el camino hasta la montaña del Cabeçol. Foto: EPDA. 
El último domingo de
agosto se celebra la romería al Cabeçol, una montaña situada en el término de
El Puig donde hace más de 500 años un pastor encontró un retablo con la imagen
de la Virgen al Pie de la Cruz. Con el tiempo, esa imagen se ha convertido en
la patrona de Puçol y para mantener ese contacto con sus raíces, cada año las
fiestas comienzan con una peregrinación a la montaña donde todo comenzó.
“Es importante la idea de
romería, de ir andando a la búsqueda de las raíces, porque ese caminar es un
reflejo de la vida y del camino de la fe”, asegura Juanjo Llácer, párroco de
los Santos Juanes. “La romería al Cabeçol nos convierte en peregrinos, no es
una romería sin más, sino la demostración de la unión del pueblo con su patrona”.
Y para confirmar esa
unión entre ambos, nada mejor que hacerlo al inicio de las fiestas del pueblo,
el primer momento festivo y de convocatoria, un momento abierto a todos, al igual
que las fiestas están abiertas a vecinos y visitantes: no hay diferencias entre
los actos religiosos y populares, aunque, lógicamente, cada uno elige en los
que quiere participar.
“Lo de la división entre
fiestas populares y patronales es un concepto que se inventó en el último
cuarto del siglo XX, cuando los ayuntamientos intentaban diferenciar entre los
actos que había habido siempre, normalmente de origen religioso, y los
organizados por las instituciones públicas, a los que denominaron populares
para distinguirlos”, asegura el párroco. “Pero no creo que exista tal
distinción: todos somos pueblo y todos convecinos, que cada cual elija los
actos en los que quiere participar, pero las fiestas son únicas”.
Juanjo cumplió el pasado
8 de julio cuatro años como párroco de los Santos Juanes. Poco tiempo, aunque
ya conoce de sobra la idiosincrasia de los vecinos y, por supuesto, ha
colaborado directamente con la Cofradía de la Virgen al Pie de la Cruz y los
festeros de cada año, por lo que está seguro que el 28 de agosto habrá
nuevamente más de un millar de vecinos recorriendo a pie los aproximadamente
tres kilómetros que separan la iglesia de la pequeña elevación del Cabeçol.
Y ha de ser a pie porque
ese viaje es un símbolo, una peregrinación. Algunos lo harán en coche, quizá
para llevar a los más pequeños o a los más mayores. Otros ni siquiera subirán
los escalones que separan los huertos de naranjos del pequeño altar construido
en la cima. Pero para todos ellos habrá sido una prueba de participación, de
implicación: un domingo de madrugada uno no tropieza por casualidad con un acto
festivo, sino que hay que querer ir allí, querer formar parte de la
celebración.
Vicente Gozálvez (párroco
de Santa Marta) y el propio Juanjo Llácer serán los encargados de la
celebración de la Eucaristía, normalmente acompañados por algún otro sacerdote nacido
en el pueblo que ese día regresa a sus orígenes para participar en el inicio de
las fiestas. Pero aunque la misa es el acto central, la romería comienza antes
de las 7 de la mañana, con el rezo del Ángelus en los Santos Juanes; luego la
peregrinación a pie; sobre las 8, al llegar al Cabeçol, el Canto a la Virgen;
seguido de la imposición de pañoletas a todos los niños bautizados durante el
año y, finalmente, la Eucaristía.
Un madrugón, sin duda.
Pero necesario, porque al finalizar, sobre las 9 de la mañana, allí encima de la
pequeña elevación sobre la huerta valenciana, el sol ya aprieta. Y falta el
camino de regreso a pie. Eso sí, irá acompañado de un desayuno en cualquiera de
los bares que ya están abiertos. Hay que cuidar el alma, pero también el
cuerpo.
Y este año con más
motivo, porque las fiestas van a contar con una iniciativa de la Agrupación de
peñas que promete hacer historia: la Ruta de la tapa, o lo que es lo mismo,
cuarenta locales que ofrecen un aperitivo exclusivo y bebida por menos de dos
euros. Pero eso será a partir del 1 de septiembre, cuando los festejos ya estarán
inmersos en los actos populares.
Tres días antes, el
último domingo de agosto, hay un camino que marca el inicio de las fiestas, un
camino a pie, a los orígenes, a la tradición: la romería al Cabeçol.
									
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