La Audiencia Provincial de Valencia va a procesar penalmente a Alfonso
Grau, exteniente de alcalde en la época de Rita Barberá. Este personaje de la
política valenciana estaba en todo lo que significara corrupción. Ahora está en
la cárcel después de cuatro juicios, una sola condena y a la espera de este
caso (sobre malversación, cohecho y blanqueo de capitales en las campañas
electorales de 2007 y 2011) y del caso Azud, del que más adelante hablaré.
Pues bien, en el caso que ocupa a la Audiencia Provincial ahora mismo
encontramos esos pecados que señalan con pruebas falsas a otros: el uso de
chiringuitos. A través de dos fundaciones, el Centro de Estrategias y
Desarrollo (CEYD) y la Fundación Valencia Convention Bureau traspasaron fondos
a la empresa encargada de la campaña electoral del PP municipal de Valencia en
2007 y 2011, la empresa Laterne. Además, por casualidades de la vida, esta empresa
también recibió suculentos contratos del ayuntamiento que Rita y Grau dirigían.
Hablamos, que sepamos, de cientos de miles de euros, poca broma.
Pues bien, ¿ustedes han visto a alguien de la derecha colaborar con la
justicia? ¿Ustedes han visto a los nuevos cargos de ese PP "renovado"
facilitar información a la justicia? ¿Les han visto limpiar el partido? Yo, lo
único que he visto, ha sido todo lo contrario: dificultar investigaciones, cero
rendición de cuentas y un auténtico cierre de filas, un catenaccio corrupto.
Pero no seamos ingenuos (creo que en lo que toca a la derecha y la corrupción
este país ya no es ingenuo), el PP ni colabora, ni va a colaborar. ¿Y por qué?
Esto lo explica la teoría del iceberg: lo que se llega a conocer de la
corrupción únicamente es la punta del iceberg, sin embargo, en lo profundo del
iceberg de la corrupción queda mucho hielo, y mucha trama. Si hicieran un
ejercicio de higiene democrática y pusieran sobre la mesa toda la corrupción
tendrían que cerrar Génova 13 y haría falta una buena hornada de jueces y
fiscales para llevar los casos.
Pero ojo, la corrupción no acaba en el silencio del PP municipal de
Valencia sino que se extiende a un PSPV municipal que todavía no ha dado una
explicación convincente ni se la espera sobre el caso Azud. Este caso revela
cómo el PSPV dormitaba tranquilo y con la tripa llena bajo el régimen corrupto
de Rita Barberá. El PP se llevaba las mordidas (urbanísticas, y de todo tipo) y
una parte de ellas acababan, "presuntamente", en los bolsillos de los
ediles socialistas para que hicieran una oposición tranquila. ¿Dónde están las
explicaciones de Sandra Gómez y del PSPV? ¿Han levantado alguna alfombra de
urbanismo, o las han pegado al suelo para que no se levanten?
El iceberg de la corrupción en Valencia no tiene fin, no acaba nunca. El
ayuntamiento de Valencia necesita un nuevo soplo de aire fresco, necesita un
nuevo impulso democrático y no puede venir ni del PP, ni del PSPV ahora en el
gobierno municipal. Hasta que los partidos del bipartito no entiendan que robar
lo de todos es el peor delito en una democracia, hasta que no levanten las
alfombras, podrán entrar en los gobiernos, pero no podrán gobernar con dignidad.