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LA UNIÓ de
Llauradors i Ramaders ha dicho hoy en la comisión de Agricultura de
les Corts que analiza el anteproyecto de Ley de Estructuras Agrarias
que confía en que se apruebe con el máximo consenso parlamentario y
que tenga unos compromisos presupuestarios claros que la hagan viable
como instrumento de modernización y competitividad del campo
valenciano.
LA UNIÓ valora de
forma positiva la filosofía de una Ley que debe entrar a fondo en
uno de los más graves problemas que afecta a la situación
estructural de las explotaciones, al mismo tiempo que pone en el
centro de la normativa a las personas profesionales del sector
agrario que son las que deben estar al frente de unas estructuras
agrarias viables y eficientes.
Para que la Ley
salga adelante, LA UNIÓ propone entre otras cosas incentivos
fiscales a la compra de tierras, cesión o arrendamiento de las
fincas rústicas tanto para las personas agricultoras profesionales
como para las iniciativas de gestión en común que recoge el
anteproyecto de ley.
El secretario
general de LA UNIÓ, Ramón Mampel, ha dicho en la comisión de les
Corts que los datos son alarmantes y hay que reaccionar ya con
instrumentos como esta Ley. En sólo quince años se ha perdido el
17% de la superficie agraria valenciana (de 1.031.000 hectáreas se
ha pasado a 859.000) y unas 41.000 explotaciones, el 27% (de 152.312
a 111.425). Pero lo más grave es la pérdida de titulares de
explotaciones pues en los últimos quince años se han quedado por el
camino 42.290, un 28%, y con un claro síntoma de envejecimiento de
la población agraria. De los 107.318 titulares actuales de
explotaciones, sólo 4.474 son menores de 40 años, el 4%. Hay 53.635
titulares de explotaciones que tienen más de 65 años, el 50%, y si
se suman los mayores de 60 años, existen 65.592 titulares de
explotaciones, el 61%. Cada día se pierden 4,55 titulares de
explotaciones agrarias en la Comunitat Valenciana. Mientras la
población agraria de más de 65 años se ha reducido sólo el 4,63%,
la población de menos de 40 años lo ha hecho en el 62,5%.
La pérdida de
superficie agrícola es, principalmente, como consecuencia de una
evidente pérdida de rentabilidad de la agricultura valenciana que
lastra la competitividad de las explotaciones. Al abandono de las
tierras hay que sumarle otras problemáticas ligadas a la tierra como
por ejemplo una alta fragmentación de la propiedad, la carencia de
cultura en la gestión en común de la tierra, un mercado de la
tierra poco dinámico y transparente, baja profesionalización de la
actividad agraria y la nula existencia de herramientas para
planificar la toma de decisiones sobre aquello que hay que plantar o
sembrar.
Con toda esta
información se visualiza, según ha dicho Ramón Mampel, que “el
sector necesita un viraje y adaptación de las estructuras agrarias
para hacerlas más competitivas y valorizar aquello que tenemos
positivo: un amplio abanico de especies y variedades y estar cerca de
los mercados más atractivos de Europa, lo que nos permite el
abastecimiento de los mercados de forma rápida con una gran
calidad”. Pero, sobre todo, ha apuntado Mampel, que “sirva para
evitar el abandono de la actividad y la incorporación de personas
profesionales que mantengan vivo el mundo rural valenciano”.
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