Precios y evolución del aceite de oliva en los países europeos. EPDA
La Unió de Llauradors,
tras revisar los últimos datos de la Comisión Europea (CE) en
relación al mercado europeo del aceite de oliva, constata la
permanencia de ciertas incongruencias en los precios entre países
productores y entre tipos de aceite, así como en los balances
comerciales italianos.
Destaca que los datos
ofrecidos por la Comisión Europea en junio revelan que el precio del
aceite de oliva virgen extra (AOVE) en Italia (469,8 e/100 kg) fue
notablemente mayor que en España (221,1 e/100 kg) o Grecia (260,0 e/100 kg), algo bastante llamativo, así como la evolución de los
precios respecto al pasado año, con un aumento del 13% en Italia y
una disminución del 2% en Grecia y de un 19% en España.
La organización
considera que los datos de Italia, puestos en discusión por el medio
especializado Olimerca, dan lugar a posibles incoherencias teniendo
en cuenta tanto consumo como producción, así como importación y
exportación.
En este sentido, señala
que esto puede deberse a unos datos no del todo fidedignos o, lo que
sería aún más preocupante, a la posible existencia de un cartel en
la distribución territorial del aceite controlando la oferta de
producto y manejando los precios.
Igualmente, la
organización insiste en la gran diferencia que existe entre lampante
y aceite de oliva virgen extra en Italia y Grecia (357,4 e/100 kg y
82,2 e/100 kg respectivamente) y cómo se ve muy reducida en España
(43,4 e/100 kg), lo que incentiva la producción de aceites de baja
calidad, como viene denunciando la organización.
La Unió cree que es
posible alcanzar un precio de un euro más por kg para el AOVE
español si se toman las medidas oportunas para garantizar el mercado
único en el sector, dado el aumento del consumo a nivel estatal y
las exportaciones.
La organización reclama
que se investigue por parte de las instituciones europeas las causas
por las que el mercado del aceite italiano parece que se comporta de
manera muy diferente al de sus homólogos europeos (España y Grecia)
y que estaría poniendo en entredicho el mercado único.
Insiste en que las
medidas de autorregulación propuestas recientemente a la Comisión
no resolverían el problema si no se atajan otros aspectos como la
falta de claridad en el etiquetado, la mejor diferenciación de
calidades y orígenes por el propio consumidor, los desequilibrios de
la cadena alimentaria y finalmente, como parece ser el caso, la
inexistencia de un verdadero mercado único en Europa.
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