Carles Peris No sé si será una cuestión personal mía pero lo cierto es que muchas veces pienso que la Unión Europea -o más bien las autoridades comunitarias- se alejan cada vez más de lo que piensa la ciudadanía en general y, más concretamente, de los agricultores y ganaderos europeos.
Antepone la política a sus ciudadanos, a sus sectores, y el nuestro sin duda es uno de los que sale más perjudicado ante cualquier cuestión, ya sea por incidentes diplomáticos relacionados con asuntos políticos o por los acuerdos preferenciales.
Hace unos días conocimos que el presidente ruso, Vladímir Putin, ha firmado una nueva prórroga al embargo alimentario que impuso en 2014 en respuesta a las sanciones que la Unión Europea, EEUU y otros países introdujeron contra Rusia por su papel en el conflicto de Ucrania. La decisión del Kremlin es la respuesta unos días después al acuerdo de los líderes de la UE para extender durante seis meses las sanciones económicas impuestas a Rusia. Paralelamente a ello, las autoridades comunitarias favorecen la entrada de las importaciones ucranianas en nuestro territorio sin pagar aranceles. De un plumazo, nos crean dos problemas: sigue el veto ruso y aumentan importaciones ucranianas.
No debemos olvidar que Rusia era hasta aquella fecha el principal país no comunitario al que iban destinadas nuestras exportaciones de frutas y hortalizas, por lo que el daño es más que evidente.
Por otra parte, hace unas semanas también denunciábamos que mientras los aranceles impuestos por Estados Unidos en noviembre del pasado año fueron a hacer daño y atacaron a grandes exportaciones de la UE hacia este país; como puedan ser los cítricos, aceite de oliva, vino, aceituna de mesa o los quesos, las impuestas ahora por la UE son contra exportaciones minoritarias. En este sentido, cabe lamentar como no se hayan incluido en la lista algunos productos que se importan a mayor volumen y son feroces competidores con nuestros productos locales, como es el caso de la almendra.
Y por no hablar de los acuerdos con terceros países que se firman sin estudiar antes los efectos en los diversos sectores afectados de la Unión Europea y sin la necesaria reciprocidad. Nosotros cultivamos bajo las normas más estrictas a nivel mundial, mientras otros a los que les ponen la alfombra para entrar sus productos en la UE ni son tan sostenibles ni seguros. Tenemos también el brexit que ya veremos cómo acaba, con el agravante de que el Reino Unido es uno de los principales destinos de nuestros productos agroalimentarios, sobre todo frutas y hortalizas.
No es ya que las autoridades europeas nos ninguneen, es que además no oigo tampoco voces del Gobierno de turno -me da igual cuando se lea, con un gobierno u otro- que alcen la voz en Bruselas para revertir esta situación. Es como si fuera algo ya institucionalizado.
Por eso insisto que a veces me da la sensación que la Unión Europea legisla contra nosotros, no con nosotros. ¿Es una manía personal o hay algo de fundamento? Hola, ¿hay alguien en Europa que nos defienda?
Comparte la noticia
Categorías de la noticia