EPDAYa han pasado 30 años desde que la ciudad de Valencia aprobara su último Plan General de Ordenación Urbana en 1988, con su correspondiente catálogo de edificios protegidos. Quizá sería momento de que el Ayuntamiento emprenda una revisión, bien para incluir algunos edificios que actualmente no disponen de protección o bien para excluir otros que ya no la necesitan.
Es cierto que durante este tiempo se han elaborado algunos documentos puntuales como el Plan Especial de Protección del Ensanche en 2004, en el que se actualizaron los niveles de protección para los edificios, examinando la conveniencia de añadir o excluir determinados inmuebles, o como en la actualidad el Pla Especial de Protecció de Ciutat Vella, que se encuentra en fase preliminar de información pública y en el que se han introducido diversos edificios como protegidos en sus diferentes niveles.
No obstante, como ya hemos dicho y tras un más que razonable periodo de vigencia del actual catalogo de edificios protegidos de la ciudad, podría volver a realizarse una actualización en la que cabria plantearse qué variables deben determinar la protección o no de un edificio y el “nivel de protección” del mismo, definiendo así los tipos de intervención que en ellos se puedan realizar. Nos referimos a tener en cuenta no solo las variables arquitectónicas del edificio sino también su relevancia urbanística en el desarrollo de la ciudad, el valor en la memoria de la ciudad, etcétera.
Esta una cuestión compleja que no se puede determinar a la ligera, por lo que se podría plantear un objetivo más ambicioso, constituyendo un comité de expertos que determine, en colaboración con el Ayuntamiento, qué edificios deberían estar protegidos en toda la ciudad y en qué niveles. En este proceso se debería prestar una atención especial a algunos edificios que ya han cumplido 50 años o incluso más recientes y que pese a su juventud ocupan un lugar relevante en el patrimonio arquitectónico de la ciudad y, por tanto, serían merecedores de protección. Igualmente se podrían dar casos de edificios que cuentan con un blindaje especial que actualmente dificulta su mantenimiento y su adaptación a los niveles de accesibilidad y sostenibilidad exigibles y necesarios, lo que haría aconsejable su retirada si no completa, al menos sí parcial.
Sobre este tema hay que subrayar que aquellos edificios protegidos que necesiten de cualquier reforma aún a niveles de acabados que no afecten a elementos protegidos deben ser objeto de proyecto (siempre es necesaria la intervención de un técnico) y licencia de obras, siendo de todos conocido el retraso existente en la obtención de las licencias.
Cabe mencionar edificios tan relevantes en el sentir de los ciudadanos como:
El cine Metropol, del arquitecto Javier Goerlich, presente en la ciudad desde 1860. La Casa Judía, de Juan Francisco Guardiola Martínez, data de 1930 y su arquitectura ecléctica, propia de la época, se mantiene en muy buen estado de conservación. Y tantos otros.
No olvidemos tampoco todos aquellos edificios pertenecientes al denominado Movimiento Moderno (1925-1965) que tampoco están catalogados y que algunos de ellos han sido merecedores de poseer la placa distintiva de la Fundación DOCOMOMO (Documentación y Conservación de la arquitectura y el urbanismo del Movimiento Moderno), como el Colegio Alemán de los arquitectos Navarro y Trullenque, el Colegio Mayor de la Presentación y Santo Tomás de Villanueva del arquitecto Juan José Estellés. Y otros tantos.
Esto nos debe hacer reflexionar sobre la importancia del patrimonio arquitectónico y la necesidad de su conservación y actualización.
Mariano Bolant es Presidente del Colegio Territorial de Arquitectos de Valencia
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