Teresa Ortiz, Secretaria autonómica de Finanzas y Recursos Humanos Ciudadanos. /EPDA En apenas unos días estaremos ya en plena campaña electoral municipal. Estos comicios de 2023, a diferencia de otros anteriores, se presentan con la cifra de personas más elevada de los últimos años que todavía no han decidido su voto. Tengo claros los motivos: por una parte, la percepción de los valencianos y valencianas que Compromís y PSPV han agotado su ciclo y, por otra parte, la desconfianza en un Partido Popular, que lleva y llevará siempre justamente consigo el estigma de la corrupción y que presenta listas electorales repletas de personas y personajes que difícilmente por su trayectoria de puertas giratorias, origen social y aspecto estético pueden parecerse a alguien como usted o a alguien como tú, si me lo permites.
A todo lo expuesto, hay que sumar el justo desarraigo que la sociedad está teniendo con la política derivado del cortoplacismo de las medidas, normas y leyes que viene poniendo en marcha el bipartidismo durante decenios, además de los comportamientos de personajes políticos de primera línea que se alejan de los patrones de empatía mínima que tendría que tener un representante público con respecto a entender los problemas de las personas. Si no se entienden o no se quieren entender los problemas de la ciudadanía, muy difícilmente un representante público puede ser capaz de dar solución a dichos problemas. Todo esto es percibido por sociedad en su conjunto y de ahí viene el gran desarraigo que describo.
En este contexto de indecisión de voto, yo animo a los ciudadanos de Valencia a elegir un proyecto que se asemeje lo máximo a lo que ustedes desearían que fuese lo mejor para ustedes y para los suyos. Yo, si me lo permiten, quiero describirles el proyecto que me gustaría. Quisiera una ciudad y su Ayuntamiento como órgano prestador de servicios, que pusiese las medidas para que toda mujer pudiera conciliar perfectamente su vida laboral con su vida familiar, al igual que nuestras parejas. Una ciudad en la que la infancia y las personas mayores tengan un protagonismo muy importante, porque se lo debemos, y en la que el Ayuntamiento ayude al cuidado de las personas por sus familiares o bien que las personas que vivan solas, dejen de sentirse solas para siempre.
Quiero una ciudad en la que pagar impuestos sea una obligación como ciudadana pero que estos sean los justos y necesarios si el ayuntamiento administra el dinero bien. Que no me cobren un céntimo de más si no es necesario, y menos por mala gestión de los políticos. También, quiero vivir en una ciudad donde emprender mi propio negocio o trabajo sea más fácil, sin trabas administrativas, con facilidad para obtener ayudas y con plena seguridad jurídica.
Como ciudad, quiero una ciudad donde lo verde (la naturaleza) supere a lo negro (el asfalto) y más en plena era de emergencia climática, donde estar disfrutando de plazas y áreas peatonales sea un derecho de todos y no un privilegio de unos pocos y en la que desplazarme sea fácil, barato y sostenible. Solo así se consigue que dejemos más el coche en casa, con buenas alternativas y no con multas y cámaras por todas partes.
Quiero una ciudad donde el urbanismo sea amable y en el que el ayuntamiento ayude a mantener y rehabilitar los pisos de la gente que menos puede. Una ciudad en la que nuestro entorno vital o vivienda no se vea devorado por la construcción de grandes torres sólo al alcance de bolsillos privilegiados y grandes fondos buitre. Una ciudad en la que además la vivienda asequible sea un derecho de verdad y en la que más de 5000 personas no hagan cola año tras año persiguiendo el sueño de un techo, sobre todo las personas más jóvenes, a los que el ayuntamiento debe proveer y personalizar planes de emancipación.
Valencia es una ciudad de barrios. Mi madre era de barrio y yo soy de barrio. Quiero y exijo la igualdad de oportunidades para las personas de los barrios de mi ciudad. Para ello exijo a los políticos trabajo, gestión y responsabilidad. El voto se gana día a día y no prometiendo todo en los últimos meses cada cuatro años. Los políticos tienen que empujar hacia los barrios y no ser los barrios y las quejas vecinales los que empujen a los políticos. Un gobierno municipal que solo reacciona cuando los vecinos salen a la calle no es un buen gobierno municipal. Es un gobierno parado, ausente y falto de empatía. Y por supuesto, quiero seguridad para mí y los míos si salgo de casa y tránsito por mi ciudad, sobre todo por la noche.
Siento mis fiestas y tradiciones como parte de mí. Quiero de mi Ayuntamiento que apueste por promocionar todas nuestras fiestas, cultura, tradiciones y patrimonio al máximo. Si viene el turismo a Valencia perfecto, es un motor económico, sobre todo el turismo de calidad; pero el turismo de botellón no lo quiero en mi barrio ni en mi ciudad. Quiero que el descanso de los vecinos y de la gente que me importa sea una realidad y haya la máxima conciliación posible con el ocio nocturno.
A fecha de hoy he podido contrastar esta manera de ver que tengo sobre mi Ayuntamiento y mi ciudad mirando los programas que algunos partidos ya han publicado. Les recomiendo que lean el programa de Ciudadanos en la dirección web de "valenciaerestu.com". En este programa he encontrado muchas de las cosas que quiero para mí y los míos.
Termino recordando que cada cuatro años los ciudadanos pueden ejercer su derecho al voto para que sea consolidado el seguir como están las cosas o para cambiarlas. Ese es el momento en el que en mi ciudad, una persona de Malvarrosa, una de Ruzafa, una de Patraix, una de Ciutat Vella, y así hasta los 88 barrios y pueblos de Valencia, pueden decidir y su voto vale igual que el de otra persona de otros barrios. No dejen de ir a votar y decidir qué es lo mejor para ustedes y para los suyos. Buena suerte.
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