Leopoldo BoníasDurante el mes de abril de este
año se conmemora el seiscientos aniversario de la muerte de Sant Vicent Ferrer
en la Comunidad Valenciana y la del franciscano gironí Francesc de Eiximenis en
Cataluña. El catalán permaneció largo tiempo en Valencia asesorando a los
jurats de la ciudad y al Consell.
Veinticinco años en Valencia , desde luego,
dan para mucho y el fraile de la orden fundada por San Francisco de Asís no perdió el tiempo y desplegó una intensa
actividad intelectual y literaria con la escritura de varios libros.
Muchos se
esfuerzan en atribuirle una mayor capacidad intelectual que la de nuestro Sant
Vicent Ferrer. Quizás no le debió hacer mucha gracia al franciscano catalán la
vuelta a Valencia del dominico valenciano al que la iconografía suele
representar con el dedo índice alzado que en Vannes, en el lecho de muerte y
lejos de su tierra, en lo que puede considerarse su testamento no dudó en
afirmar “yo siempre seré hijo de Valencia. Que vivan tranquilos que mi
protección no les faltará jamás”.
Y es que se cuenta que cuando las autoridades
y el pueblo valenciano recibió triunfalmente al que luego sería su patrón se
produjo lo que podríamos denominar un duelo de ingenio entre las dos grandes
figuras intelectuales de la época.
La escena se recoge en un panel cerámico a
la izquierda de la portada de la Iglesia de Santa Mónica donde bajo la leyenda
“Entrada trionfal de Sant Vicent Ferrer en Valencia MCDXII” puede verse la
multitudinaria entrada del “del diet”. Fue entonces cuando , continua rezando
la placa, el mestre franciscá, Fra Francesc Eiximenis diu:
-Pare Vicent, ¿com va la vanitat?
Sant Vicent, contesta: Va i ve,
pero no es deté.
La aguda pregunta de Francesc de
Eiximenis no pudo poner en evidencia al predicador valenciano que supo darle
en décimas de segundo la respuesta justa en una clara muestra de la agilidad
mental de la que hacía siempre gala.
Y es que la vanidad por desgracia
suele ser una asidua acompañante de los triunfadores. Vanidad y soberbia
parecen ser conceptos sinónimos. Sin embargo, parece que la soberbia es
entendida como la vanidad en su máxima expresión que le hace adquirir el grado de
pecado capital, de la misma forma que una comilona pantagruélica no es sinónimo
de gula.
Así me lo confirmó hace más de 25 años en una comida que compartía
junto al arcipreste de la diócesis de Paterna-Benimámet, cuando ante el acopio
de pitanzas que se servían y engullíamos gustosos le pregunté bromeando; “Don
Bernardo, ¿esto es gula?”. A lo que me contestó impasible “Para la gula aún
queda”
La escena de la entrada triunfal
de Sant Vicent Ferrer en Valencia en 1412 debe hacer reflexionar a más de uno
mañana cuando se conozcan los resultados de la jornada electoral. Su conducta
nos dará una idea de los valores que guían su comportamiento y lo que podemos
esperar de él. Será el momento , como dijo un ex presidente del gobierno
español, de mostrarse sobrio y austero en la victoria y en la derrota según proceda en cada caso.
Comparte la noticia
Categorías de la noticia