Benjamín Lafarga Los niños pueden encajar muy mal el regreso a lo cotidiano, las prisas, los madrugones, los horarios rígidos, ya que aún esta vivas las imágenes de un verano repleto de intensas emociones, que cuesta arrinconar para centrarse en la quizá monótona actividad académica.
La vuelta al colegio no pesa, ni supone lo mismo para el niño que disfruta en el centro escolar (muchos están deseando volver), que para quien lo percibe como poco menos que un potro de tortura.
Las sensaciones que experimentan los niños ante la vuelta al cole no son debidas al azar. Los padres pueden intervenir y motivar positivamente a sus hijos en este regreso a la disciplina horaria y al cambio de actividades que impone el curso escolar La actitud favorable de los padres hacia la escuela resulta decisiva.
Muchos no son conscientes de las malas vibraciones que transmiten a sus hijos sobre la escuela. Para que el niño la perciba positiva y agradablemente, es necesario que los padres también lo perciban de forma positiva y agradable y de esta manera los hijos se contagien de esa buena imagen.
Algunas ideas:
Ir al
cole es algo positivo, útil y agradable para el niño. Allí conoce a otros niños y se divierte al tiempo que aprende cosas necesarias. En el
cole trabajan profesionales que saben que es los que necesitan los niños. Esta es la imagen que debemos transmitir a nuestros hijos. NO
criticar y descalificar al sistema de enseñanza, a los profesores, a los otros alumnos, al centro en general, al ambiente, la comida, la asociación de padres, ... tanta negatividad propicia el desconcierto del niño e impide que se centre en el estudio y se integre en el centro escolar, afectando a su rendimiento académico y a su equilibrio emocional.Si se lanzan críticas al
cole delante del niño (mejor no hacerlo nunca) han de ser muy razonadas. Y no está de más preguntar a los niños su opinión al respecto.Mantengamos una postura personal que fomente el prestigio y reconocimiento social del profesorado. Tengamos en cuenta que durante cinco o seis horas diarias tienen en sus manos el proceso de crecimiento personal y aprendizaje académico de nuestros hijos. Una tarea nada sencilla y que será más provechosa si está en sintonía y cooperación con los padres.En el
cole manda el profesor. El niño ha de saberlo, y los padres no deben discutir este principio. Ello no supone una carta en blanco al profesor, y podemos matizar o criticar lo que hacen los educadores, pero sin cuestionar el principio de autoridad.La escuela es muy
importante. Para nuestro hijos y para nosotros. Y tenemos que demostrarlo cada día. Mantengamos un contacto frecuente (no sólo cuando surge el conflicto) con tutores y profesores. Mostremos interés por todo lo que acontece en la escuela.Sin acosarles, pidamos información a nuestros hijos sobre cómo van las cosas en el
cole y lo que allí les ocurre. Hagamos sentir al niño que lo que allí vive es trascendental para él y para nosotros.Implantemos en casa condiciones que ayuden a ese proceso de educación, propiciando un espacio adecuado, un tiempo, unos materiales y unos hábitos de estudio.
Cuidado con los castigos. Tienen, muchas veces, sentido, pero hemos de dotarlos de efecto pedagógico. No pueden ser revanchas ni venganzas. Seamos proporcionados (a falta leve, castigo leve) y si los castigos son por malos resultados académicos, esforcémonos en explicar su causa; por ejemplo, con buscar más tiempo para poder dedicarlo al estudio.
No disculpemos la falta de rendimiento en el estudio ni minusvaloremos las críticas de los profesores hacia nuestros hijos.
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