Pedro Rodríguez /EPDA
Nuestra última columna en este medio hacía referencia a un tema económico que hablaba de una sentencia favorable a la confederación de pymes y autónomos COMPYMES y avisaba a la CEV con el dicho que titulaba el artículo. Hoy, también y con el 8 de marzo como referencia social y política de la semana, vuelvo a echar mano del mismo ejemplo del refranero, ya no para avisar a nadie en particular, o también, sino más para reflejar lo que ha pasado y está pasando con el feminismo desde la legislatura anterior.
Los podemitas, socios del gobierno de Sánchez en ese momento, tiraron en exceso de la cuerda que une las reminiscencias del pasado más homófobo con aquello que supone que une (una, uno, une) pueda decidir, y cambiar, su sexo, a su antojo y cuantas veces desee. La consecuencia fue que el movimiento feminista que mantenía una unión saludable desde los años 80 del siglo pasado se rompiera en varios pedazos. De esas tiras y aflojas quienes a la vista de lo que viene ocurriendo en las últimas elecciones, generales y gallegas, por ejemplo, va perdiendo la partida, es quién tensó la cuerda, como ahora vemos, en exceso. Posiblemente cualquier postura sobre feminismo, guerras -Ucrania – Palestina…-, amnistía, liberalismo, estado del bienestar y tantas y tantas cuestiones sociales en litigio hoy día, tengan adeptas, adeptos, adeptes, tanto en un confín de la cuerda como en el otro y podría parecer que en una sociedad tan tensionada como la española actual, ganan los extremos. Pero no es lo que estamos viendo. Podemos se va diluyendo, Vox sigue sin entrar en Galicia y, ambas formaciones, a quiénes favorece mucho el sistema electoral de las próximas europeas, posiblemente firmen su peor resultado de años en las mismas. Por tanto, siguiendo con lo que dice el refrán y a la vista de que quién se va a los extremos pierde la partida, más vale que Sánchez y Feijóo vayan acercándose a un centro huérfano desde hace tiempo, no totalmente, que tampoco hay que hacerse muchas ilusiones en recomponerlo, pero si a alguna postura de consenso en algún tema en particular, como el del feminismo por ejemplo, que nos aleje de los planteamientos extremistas que tanto la ultraderecha reaccionaria de oscuro pasado propone y el bolivarianismo ortodoxo sin futuro alguno nos ofrece
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