Rafa Escrig.
La
cosa va de edades: la juventud, la madurez y lo que llamamos tercera
edad, eufemismo que usamos para no decir vejez o ancianidad. También
podría decirse senectud que, según la RAE es la etapa que sigue a
la madurez, pero que suena tan rematadamente mal que más
bien parece referirse al que ya tiene un pie en el otro lado.
Poner años a todo esto es harto complicado. Hay personas de treinta
que por su actitud vital, se les puede considerar unos viejos;
personas de veinte mucho más maduras que sus padres y personas de
setenta o más, que tienen el espíritu y la actividad de una de
cuarenta.
Es
muy flexible esto de las edades y muy cierto ese dicho de que la
edad está en el corazón. Pero, ¿qué es exactamente la tercera
edad? No se asusten: se considera tercera edad cuando se han cumplido
los sesenta y cinco años, es decir, que a partir de la jubilación
ya nos pueden colgar el sambenito de anciano. Pero lo que es
decepcionante, es que ese término de tercera edad, esté
estrechamente ligado con las conocidas residencias de ancianos,
de tan mala prensa. Cuando se habla de tercera edad, instintivamente
piensas en un geriátrico con olor a viejos, personal insensible,
sillas de ruedas por todas partes y caras desconsoladas. Otro término
que apunta a esas edades, aunque mucho menos usual, es el de edad
provecta, aunque suena tan raro que más vale no usarlo.
Entonces
¿hay alguna manera digna de referirnos a los mayores sin usar
palabras malsonantes, vergonzosas o peyorativas? Quizá no haya
ninguna forma justa y a gusto de todos. Quizá esté por
inventarse esa palabra que designa a las personas que han tenido la
buena/mala suerte de cumplir muchos años. ¿Sénior, emérito,
veterano?, sí, son opciones, pero no convencen, demasiado
literarias y no creo que se hagan populares.
En
Japón, las personas mayores, tienen un estatus especial de respeto y
consideración por todos y en todas partes. Lo contrario que sucede
en EE.UU., que las personas mayores están mal vistas y, en general,
consideradas un hándicap. Tal vez sea porque son improductivos
y ese aspecto es contrario al carácter práctico y
empresarial de los americanos. I don´t know, como dirían ellos.
Aquí,
en España, a los “viejos”, empezamos a verlos de la misma
manera, porque están en detrimento del cobro de las pensiones:
a más viejos, menos posibilidades de llegar a cobrar. Para ir
bien la economía, uno debería tener más sentido común y morirse a
los ochenta, como máximo, pero cómo se arregla eso.
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