Los ninots de la Falla de Marqués de Sotelo permanecen en la calle protegidos con plásticos. EFELa falla municipal de València y otros monumentos de la sección Especial que ya son "indesmontables" van a cumplir con la tradición del fuego para buscar el "final digno" que se merecen aunque sea con una cremà "a puerta cerrada" y de incógnito, ya que no se anunciará previamente ni tendrá público.
Desde que se anunció este martes que se aplazaban las Fallas y veinticuatro horas después se consensuó su celebración del 15 al 19 de julio, con permiso del coronavirus, se han sucedido las especulaciones sobre qué iba a pasar con los monumentos ya en la calle y con muchos de sus "ninots" principales montados.
Los artistas anunciaron que las que pudieran se iban a trasladar para ser almacenadas hasta julio en Feria Valencia y este jueves ya está previsto que empiece ese movimiento de figuras hacia estas instalaciones, en una operación que financiarán a partes iguales la Generalitat y el Ayuntamiento
Pero hay algunos monumentos falleros cuyo "desmontaje es difícil", como ha reconocido el alcalde, Joan Ribó, y con estos "habrá que operar de otras forma".
Es el caso de la falla municipal -como siempre, fuera de concurso-, que este año lleva por lema "Aixó també passarà" (Eso también pasará) que, con un presupuesto de 205.000 euros y obra de los artistas Manolo Martín y José Ramón Espuig, junto con el diseñador urbano Escif, estaba coronada por una gran figura de mujer meditando, que hoy tiene el cuerpo por un lado y la cabeza por otro con una mascarilla como gesto de solidaridad por los enfermos de coronavirus.
Se trata de un monumento innovador y que gira 360 grados sobre sí mismo para reflexionar sobre una realidad efímera y pensamientos y experiencias que vienen y van, como son las fallas, en las que la ilusión y el trabajo de todo un año se esfuma con el fuego purificador para volver a renacer de sus cenizas días después.
Y ese es el sentido de las fallas, como defiende el concejal de Cultura Festiva y presidente de la Junta Central Fallera, Carlos Galiana, que asegura que "se tienen que quemar" y por eso propuso una cremà "a puerta cerrada" con la del Ayuntamiento y las de Especial -las más espectaculares y que tienen un presupuesto más elevado- que lo puedan requerir.
Manolo Martín explica que se va a quemar "sin nada festivo ni ostentación" y con el cuerpo por un lado y, por otro, la cabeza, "que ha adquirido un sentido especial con la mascarilla al convertirse en la imagen triste de lo que ha pasado", y reconoce que "su fin es el fuego" y sería "mucho más triste" tener que destruirla.
Habría sido mejor "quemarla montada, pero es el fin más digno para una falla", asegura el artista, que reconoce que había posibilidad de guardar la cabeza pero han decidido que estaría "fuera de contexto" en julio, cuando sacarán el resto de las figuras y escenas e incluso les gustaría hacer "algo más".
El otro artista de la falla y maestro mayor del gremio de artistas falleros, José Ramón Espuig, explica que las fallas de Especial tienen que decidir si queman las partes montadas y retirar lo que está suelto, y apunta que algunas tienen dificultad para desmontar y optarán por quemarlas también "a puerta cerrada".
Una vez el alcalde ha firmado la anulación del Bando Fallero, la ciudad irá perdiendo vida fallera porque los puestos callejeros de comidas y chocolate, churros y buñuelos, muchos de los cuales han amanecido ya cerrados, así como los mercadillos y puestos callejeros van a tener que ir desmontándose.
Lo que estos días debería ser una vorágine enfilada hacia los cinco días grandes de las Fallas -del 15 al 19 de marzo- se convierte en una actividad "triste" que hace que la ciudad esté "apática", como aseguran valencianos y turistas que se acercan a los lugares en los que ya debería ser visible la sátira y el arte fallero.
Pero Galiana insiste: es "una situación excepcional y anómala, que no se ha dado nunca; se quemarán fallas en julio, agosto o septiembre pero el año que viene estaremos todos juntos para celebrar las Fallas de 2021", cuando se cumplirán cinco años de su declaración como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Unesco.
Por Mónica Collado
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