Las horas extras no pagadas,
es una forma de explotación laboral que va más allá de la propia
precariedad laboral. La recesión económica ha provocado junto con
una profunda destrucción de empleo y aumento del desempleo y un
acusado descenso de las horas extras trabajadas, descenso concentrado
en las horas extras pagadas, que se han reducido a la mitad, mientras
que las horas extras no pagadas se han mantenido y en 2015 suponen ya
la mayoría, un 56% de los 6,3 millones de horas extras trabajadas a
la semana. Las horas extras pagadas han mostrado una evolución
coyuntural, ligada al ciclo económico, mientras que las horas extras
no pagadas mostraban un comportamiento más estructural y permanente,
con un menor grado de fluctuación por la recesión económica.
Durante el cuarto trimestre de
2015 hubo 728.000 asalariados/as que trabajaron horas extras, concretamente el 5% de la población asaliariada, de los que la
mitad, 366.000 personas, realizaron 3,5 millones de horas extras no
pagadas a la semana. Apenas hay coincidencia de trabajadores
asalariados que simultaneasen horas extras pagadas y no pagadas: hay
asalariados que trabajan horas extras pagadas y hay otros
asaliariados que además de su jornada se ven en la obligación de
realizar horas extras no pagadas.
Las horas extras trabajadas
pero no pagadas conforman un claro componente de explotación
laboral, que sin embargo se aleja del perfil habitual de precariedad
vinculado a una inserción laboral en peores condiciones. El abuso de
las horas extraordinarias no pagadas es una práctica que se
concentra muy mayoritariamente en el sector privado y en la ramas de
actividad de los servicios, entre asalariados masculinos, con
contrato de trabajo indefinido y con jornada a tiempo completo, que
desempeñan ocupaciones técnicas, profesionales y directivas.
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