Decía
el filósofo inglés Alfred North Whitehead (1861-1947) que “no
hay verdades completas; todas las verdades son medias verdades, pero
el diablo juega a hacerlas pasar como verdades completas”.
Por eso, al leer las acusaciones que el representante sindical de
CC.OO. en el Ayuntamiento de Sagunto vierte contra mi persona1,
lo primero que pensé es que las verdades a medias conducen a
conclusiones engañosas o falsas.
La
primera
falsedad
consiste en afirmar que si el Convenio Colectivo del servicio de
recogida de residuos de la SAG caduca, es debido a la decisión de la
Dirección de la Empresa. Al contrario, yo mismo insté el pasado 6
de junio de 2013, ante el Tribunal de Arbitraje Laboral de la
Comunidad Valenciana, la mediación establecida en el Acuerdo de la
Comisión de Seguimiento del II AENC sobre ultraactividad de los
Convenios Colectivos firmada por los sindicatos CC.OO. y UGT y por la
patronal CEOE-CEPYME el 23 de mayo. Y lo hice porque la intervención
de los mediadores del Tribunal de Arbitraje Laboral era la última
oportunidad de alcanzar un acuerdo que fuese válido para todas las
partes.
Aún
recuerdo con tristeza las afirmaciones de algún representante del
sindicato CC.OO. en el Tribunal de Arbitraje Laboral, señalando
desde el principio que la
mediación era una pantomima…
Y no era la primera vez que el sindicato CC.OO. en la SAG rechazaba
la mediación y el arbitraje, pues la Dirección de la Empresa
propuso recurrir a estos mecanismos en las reuniones de negociación
celebradas el 8 y 18 de abril de 2011 y el 5 de octubre de 2012, tal
y como se puede comprobar en las actas correspondientes.
El
Convenio Colectivo ha caducado por la incapacidad de llegar a
acuerdos que los responsables del sindicato CC.OO. han evidenciado a
lo largo de una negociación que nunca entendieron: se trataba de
repartir equitativamente el trabajo en fines de semana mediante
fórmulas compatibles con la realidad económica y organizativa de la
Empresa, y no de preservar los privilegios de una minoría que
prestaba sus servicios de lunes a viernes.
La
segunda
falsedad
consiste en difundir la idea de que se ha violado el principio de la
libertad sindical. Desgraciadamente no es la primera vez que los
responsables del sindicato CC.OO. consideran violada su libertad
sindical. Suele pasar siempre que no se hace lo que ellos pretenden.
Así, en noviembre de 2012 tuve que comparecer ante el Juzgado de lo
Social número 17 de Valencia, para defender la actuación de la SAG
durante la huelga del 29 de marzo de 2012, dictándose sentencia en
la que se desestimó la reclamación del sindicato CC.OO.
Tampoco
es la primera ocasión que el sindicato CC.OO. utiliza las demandas
judiciales como cortina de humo para no afrontar su responsabilidad
en el deterioro de las relaciones laborales en la SAG: llevó hasta
el Tribunal Supremo la pretensión de que se aplicase el incremento y
la revisión salarial basados en la inflación con el argumento de
que “era por ley”. Y la demanda fue desestimada. Intentó
impugnar el sistema de antigüedad del Convenio Colectivo, y tuvo que
desistir para no tener que denunciarse a sí mismo, al ser firmante
de dicho Convenio… Ahora se nos anuncia, en tono bélico que “han
ganado una batalla, pero no se han garantizado la paz”.
La conclusión a la que llego es que no han entendido nada: se
trataba de sentar las bases para un Convenio único de Empresa, que
homogenice las condiciones de trabajo de los diferentes servicios
públicos que presta la SAG, pues además de la recogida de residuos,
hay personal en la limpieza de edificios públicos, en el servicio de
jardinería, de grúas...
Tota
la plantilla de esta Empresa se merece contar con un marco de
relaciones laborales que asegure la formación y la promoción
profesional, que optimice la organización de los servicios y que sea
sostenible. Por esta razón el Consejo de Administración de la
Sociedad Anónima de Gestión Sagunto acordó el pasado 22 de mayo de
2012 promover la negociación de un convenio colectivo único de
empresa, a fin de preservar el empleo de calidad y de optimizar los
recursos de la empresa municipal. Ese es el verdadero marco de
entendimiento en el que todos debemos coincidir para asegurar la
viabilidad de la SAG como empresa pública.
No
es tampoco la primera vez que los responsables del sindicato CC.OO.
utilizan, interesadamente, una supuesta misión privatizadora que me
asignan cada vez que la SAG no se pliega a sus exigencias. Pero la
realidad es muy tozuda, y el tiempo siempre ha puesto a cada uno en
su lugar. Así, el 20 de enero de 2010 se acusaba a la Dirección de
la SAG de utilizar a personal procedente de trabajos en beneficio de
la comunidad para eliminar puestos de trabajo, justamente cuando se
iniciaba el proceso de negociación del Convenio. La acusación
resultó falsa y sin ninguna justificación.
Y
el 24 de junio de 2010 varios miembros de la Ejecutiva de CC.OO.
secundaban una protesta en el Centro Cívico con pancartas en las que
se leía: “No
al plan oculto de la privatización de la SAG, La privatización
encarece el servicio público”.
Más de tres años después, aquellas pancartas han sido desmentidas
por la realidad.
Ahora
regresa la cantilena de la supuesta privatización, envuelta además
con la reforma de la administración local, y con ella la tercera
falsedad:
lo que aún es un anteproyecto de Ley de Racionalización y
Sostenibilidad de la Administración Local, pendiente de discusión y
debate parlamentario, se ha convertido, para los responsables del
sindicato CC.OO. en la amenaza definitiva para la SAG.
Sin
embargo, la auténtica amenaza para la sostenibilidad de la SAG es la
incapacidad para pactar y el ciego dogmatismo de quienes desconocen
la realidad del trabajo diario del personal de la SAG. Prueba
evidente de esta actitud, cerrada en banda a cualquier acuerdo, es
que el propio presidente del Comité de Empresa, junto con otros
muchos afiliados de CC.OO. se han acogido a unas condiciones de
trabajo que no excluyen a nadie, que salvan lo esencial del viejo
Convenio, y que mejoran en muchos aspectos sus antiguas condiciones
de trabajo. Pero de manera equitativa, sin perpetuar el privilegio de
trabajar de lunes a viernes, que algunos pretendían mantener bajo el
disfraz de “derechos
adquiridos”.
Esto
no es el final de ninguna batalla, sino el inicio de una nueva etapa,
en la que, entre todos, debemos establecer un Convenio para toda la
Empresa. Por eso, en lugar de echarse
al monte
y de pensar que el
conflicto laboral seguirá,
los responsables de CC.OO. deberían ser conscientes del importante
compromiso que en la SAG muchos ya compartimos con el empleo de
calidad y con la viabilidad de esta empresa municipal. Esa ha sido la
voluntad unánime del Consejo de Administración y mi principal
responsabilidad.
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