Escenario de un eventoEl sector de los eventos ha experimentado
un crecimiento llamativo durante la última década. No es extraño si tenemos en
cuenta que las estrategias de marketing y comunicación cada vez dan más valor a
la generación de experiencias como recurso promocional.
Aunque la digitalización ha favorecido el
acercamiento entre las marcas y sus públicos, la ruptura de restricciones y la
democratización de la información han hecho que los índices de competitividad
sean cada vez más elevados.
Abarcar el universo offline y abandonar
el escenario virtual de vez en cuando constituye un must para aquellas empresas
que desean crear vínculos más sólidos con sus públicos. Los eventos
corporativos se convierten en una fuente de cercanía e interrelación de forma
transversal.
Pueden ser muy útiles para reforzar la
sensación de unión y vinculación entre los trabajadores de las empresas, pero
también entre los clientes o los socios estratégicos. Algunos de sus formatos
más comunes son las galas, los congresos, la presentación de productos o los
eventos de Team Building.
La organización de eventos corporativos
es sin duda una de las estrategias de posicionamiento más interesantes que
pueden implementarse en el ámbito del marketing. No obstante, es importante
tener en cuenta que su planificación y su ejecución conllevan una gran
responsabilidad.
Un buen planteamiento debe ir acompañado
de una buena coordinación de recursos. Tanto humanos, como técnicos y creativos
(por ejemplo, las creatividades, la guionización, la presencia de lonas
publicitarias y otro tipo de elementos discursivos), así como recursos
organizacionales puede convertirse en una interesante fuente de reputación. Sin
embargo, una mala gestión también puede tener consecuencias negativas sobre al
imagen de marca.
¿Qué debe tenerse en cuenta a la hora de
plantear un evento corporativo? A continuación, te proponemos tres pautas
esenciales. ¡Presta atención!
A priori, planificar un evento puede
percibirse como una tarea relativamente sencilla. No obstante, lo cierto es que
la realidad es bien distinta. En el proceso participa una gran variedad de
factores que, por supuesto, van más allá del ámbito presupuestario. Invertir
una suma considerable del dinero no garantiza nada. De hecho, un evento caro
puede derivar en una experiencia negativa debido a una mala gestión. Se trata
de un área que requiere de especialización y que, por lo tanto debe estar
supervisada por profesionales cualificados.
¿Cuál es la finalidad estratégica? Una
de las principales preguntas que debe hacerse una empresa antes de pasar a la
acción es: ¿Qué objetivo puedo alcanzar a partir de un evento? Teniendo claras
las necesidades más inmediatas, perfilar la naturaleza del evento o actividad
resultará mucho más sencillo. Si, por ejemplo, se necesita fortalecer la imagen
de cercanía, quizá un evento multitudinario no sea lo más apropiado y deba
optarse por soluciones más íntimas, selectas y cuidadas.
Al final, un evento debe ser una
extensión del discurso de marca en el mundo real. Para poder diseñar el evento
perfecto será imprescindible conocer los valores corporativos. De lo contrario,
el resultado puede resultar incoherente y enviar mensajes contradictorios o
perjudiciales para la reputación de la empresa.
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