Alicia Piquer.Hay
ocasiones en las que reflexionar sobre lo obvio se hace necesario. Lo obvio es
que las mujeres tenemos los mismos derechos que los hombres y las mismas
oportunidades. Y esa es la aspiración, obvia, del movimiento feminista que ha
propiciado las mayores transformaciones sociales
producidas en Europa desde sus inicios, hace siglo y medio.
Si hoy
nadie discutiría que una mujer pueda ejercer el derecho al voto, hay otros
muchos derechos que en pleno siglo XXI se siguen cuestionando, por acción u omisión, por convicción o por
desidia, la realidad es que hay movimientos y partidos que desde el
androcentrismo totalitario rechazan la igualdad real. Contra ellos, el partido
socialista, el movimiento feminista en general, sabemos que hay que seguir defendiéndola
para que los derechos de la Carta de los Derechos Humanos, la Constitución
Española o nuestro Estatut se trasladen a la sociedad y al pensamiento de cada
ciudadano y cada ciudadana, como hemos hecho hasta ahora para conseguir que sea
incuestionable.
Sin
embargo, nos llaman feminazis. A saber, porque exigimos que a igual trabajo,
igual salario; porque aplaudimos ante la
obligatoriedad de la escolarización de 0-3 años que favorece que cualquier
mujer, independientemente de su renta, pueda trabajar y no condicionar su
desarrollo profesional a poder pagar o no una guardería; porque la subida del
SMI beneficia sobre todo a las mujeres de renta baja con peores salarios al
igual que la revalorización de las pensiones, todas ellas medidas impulsadas
por el Gobierno socialista de Pedro Sánchez. Pero, sobre todo, nos llaman
feminazis porque no nos cansamos de repetir que hay una violencia estructural
contra las mujeres por el hecho de serlo.No es intrafamiliar ni es igual a
otras violencias.Nosotras, y con nosotras todo el PSOE, consideramos que la
Violencia de Género es uno de los problemas más graves que afronta la sociedad
actual y para erradicarlo necesitamos de todo el impulso legislativo pero
también, de presupuesto suficiente.
Si bien
el Pacto fue fruto del consenso de todas las fuerzas políticas, la realidad es
que hasta la llegada del Gobierno socialista no había consignación
presupuestaria. La acción de un gobierno frente al inmovilismo de Rajoy hizo
realidad que se fijaran 20 millones de euros para los ayuntamientos, a la vez
que se les devolvía las competencias en protección y asistencia puesto que son
la administración más cercana.
Las
leyes y el presupuesto son los instrumentos de creación del futuro que queremos
las socialistas. En este 8 de marzo, en el que hay partidos de derecha que inventan
nuevas definiciones de feminismo o de ultraderecha que llevan como bandera la
desigualdad, me gustaría que mujeres y hombres reflexionaran unos minutos sobre
el futuro que quieren para sus hijas, si quieren que sufran la desigualdad que
sufrieron sus abuelas o prefieren que, en libertad, puedan elegir qué quieren
ser, cómo vivir y con quién y qué partido va a defender justamente eso, la
libertad.
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