Los domingos | EPDALlega a las salas la indiscutible triunfadora del Festival de San Sebastián. Alauda Ruiz de Azúa (Cinco lobitos) presenta esta original historia sobre la vocación religiosa, que trata desde la emoción y el respeto. Aborda con mucho tacto las delicadas cuestiones que plantea, si bien mantiene siempre una elevada tensión dramática. La tirantez y la desazón contenida que recorren el relato crecen con la irrupción de unas incómodas circunstancias familiares. La puesta en escena exhibe la naturalidad que la directora imprime habitualmente a sus trabajos. Cuenta, además, con un reparto en estado de gracia.
Ainara, una adolescente idealista y brillante, huérfana de madre, debe decidir que carrera universitaria estudiará. Sin embargo, la llamada de Dios es cada vez más fuerte. Cuando comenta que le gustaría pasar dos semanas en un convento cercano para convivir con las monjas de clausura y aclarar sus sentimientos, provoca diferentes reacciones. Mientras en casa procuran ser comprensivos, su tía Maite intenta disuadirla como sea.
Escenifica unas posturas encontradas y aporta los argumentos adecuados que las justifican legítimamente. Podría pensarse que la cineasta vizcaína, autora también del guion, toma partido por ambas. En sus rotundos diálogos apenas se aprecian flaquezas. De esta forma invita al espectador a identificase con alguna de ellas y le traslada los dilemas que surgen.
Expone hábilmente la teoría de que dedicar la vida al recogimiento y la oración puede estar muy condicionada por determinados factores del entorno. La confronta con una certera reflexión acerca de las distintas manifestaciones del amor verdadero, incontrolable e irrenunciable.
En paralelo, toca otras situaciones que vincula convenientemente con la protagonista. La nueva pareja de su padre, las rencillas entre hermanos por temas económicos y una profunda crisis conyugal aportan lecturas relevantes.
De los apartados técnicos destaca especialmente la banda sonora que conforman diversas piezas corales. Utilizadas con sentido, contribuyen a reforzar las sensaciones que proyectan las imágenes.
Patricia López Arnaiz se luce en un papel, por momentos antipático. Demuestra las razones por las que se ha convertido en una de las mejores actrices nacionales. La debutante Blanca Soroa ratifica con sus miradas luminosas el acierto de los responsables del casting.
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