Pere Valenciano. FOTO QUILES Estos días se ha conocido la setencia del ‘Caso Malaya’, que juzgaba la enorme trama de corrupción en el Ayuntamiento de Marbella, donde el desfalco de un grupo de sinvergüenzas ha sido monumental. Según la misma, el ‘cerebro’ de la trama, Juan Antonio Roca, ha sido condenado a 11 años de prisión por ‘‘ejercer como alcalde durante muchos años’’, mientras los concejales ‘‘se aquietaban a sus tejemanejes’’. El tribunal ha condenado al ‘‘jefe de la organización’’ por lo delitos de prevaricación administravia, fraude, cohecho pasivo para acto injusto y blanqueo de capitales. Junto a la cárcel, le ha impuesto una multa de 240 millones de euros.
Junto a Roca, la ex alcaldesa títere Marisol Yagüe también ha sido condenada a 6 años de cárcel; el ex alcalde, Julián Muñoz, ha sido condenado a otros dos años de prisión; y la que fuera el azote de Jesús Gil como portavoz del PSOE, la rubia Isabel García Marcos, ha sido condenada a 4 años de cárcel.
En la sentencia se señala que las licencias urbanísticas se decidían en reuniones entre Roca y los políticos marionetas del funcionario.
Ha sorprendido, sin embargo, la merma en las penas y que la justicia haya absuelto a casi la mitad de los acusados. Así, Roca pasa de los 30 años de prisión solicitados por la Fiscalía Anticorrupción, a los 11, Marisol Yagüe, de los 16 a 6, Julián Muñoz de 10 a 2 e Isabel García Marcos, de 12 a 4.
¿Qué conclusiones podemos sacar de esta esperadísima sentencia? Desde mi punto de vista, que al final a todo puerco le llega su sanmartín y, por otro lado, que robar sigue saliendo muy barato en este país por culpa de una legislación excesivamente blanda.
Cierren los ojos
Ahora, les invito a hacer un ejercicio de meditación conmigo. Cierren los ojos. Piensen en un funcionario mafioso que mueve los hilos desde hace muchos años en el ayuntamiento, el auténtico ‘cerebro’ de las operaciones urbanísticas, los enchufes y chanchullos. Piensen en un municipio que se desarrolló urbanísticamente a lo salvaje, con pelotazos que beneficiaban a dos o tres constructores, en especial a uno.
No abran los ojos todavía. Piensen en un ayuntamiento donde, como en el de Marbella, se ponían de acuerdo los concejales de todos los partidos para sacar adelante PAIs polémicos o para la instalación de empresas privadas regalándole el suelo público.
Un minuto más y acabamos. Un funcionario que ha colocado a su familia en el ayuntamiento en el que trabaja y que persigue a quien decide plantarle cara.
Abran los ojos y ahora pregúntense: ¿A qué espera la justicia para meterse a fondo a investigar los desmanes que se han hecho, muy similares a los de Marbella? ¿Por qué mira hacia otro lado pese a las evidencias de que el ‘modus operandi’ es el mismo que desplegaba Juan Antonio Roca en Marbella? Ahora vas y lo tuiteas. O te querellas.
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