CV-500 a su paso por El Saler, donde había una pasarela aérea arrancada por un camión del Ayuntamiento de Valencia. FOTO P. TERCERO Si hay un paisaje que arrebate a los valencianos ése es el de la Albufera y su entorno. En muy pocos metros se puede contemplar un estimulante amanecer mediterráneo y una romántica puesta de sol en el lago. O pasear por la arena de la playa y perderse entre los árboles de la Dehesa. Quizá dejarse llevar en barca sobre agua dulce o admirar el paso de cruceros por la mar salada. Y tal vez ver crecer el arroz en el campo anegado y degustarlo después en un restaurante tradicional. Toda una economía local depende de ese paisaje.
Pero ese paisaje puede cambiar significativamente, y así, el devenir de las personas que viven inmersas en él. La Conselleria de Política Territorial, Obras Públicas y Movilidad de la Generalitat Valenciana, dirigida por el socialista Arcadi España, ha publicado en el Diario Oficial de la Generalitat Valenciana (DOGV) con fecha 2 de septiembre de 2019 un documento de 72 páginas no aptas para cardíacos titulado ‘Programa de paisaje en suelos de la Albufera de Valencia afectados por el Plan de Acción Territorial de la Infraestructura Verde del Litoral de la Comunitat Valenciana’, PATIVEL para los amigos, que ahora está en período de consultas y participación e información pública. Al menos hasta el 3 de diciembre.
Cuando todos en València pensábamos que el problema de la Albufera es el de la calidad de sus aguas, “podridas” en opinión de los vecinos, y el del abandono de la reseca Devesa, el PATIVEL prevé destinar casi 17 millones y medio de euros a la remodelación del paisaje de la zona, marcado por la “anómala presencia de la autovía de El Saler en un parque natural”. Eso es algo que, por cierto, también sucede en un país tan avanzado como Canadá.
La autopista de El Saler o CV-500 une la ciudad de València con sus pedanías del sur, es la única vía de comunicación de los poblados, y la vía de acceso al Parque Natural, el Parador de Turismo, el campo de golf, y los negocios de restauración y residencias de la zona. El PATIVEL, para entendernos desde el principio, tiene como objetivo central cargarse la CV-500 tal y como ahora la conocemos, y reconvertirla poco menos que en un paseo con carril ciclista y peatonal. En realidad esa vía tiene varios tramos, que ahora se pretenden uniformizar, pero sometiendo al conjunto a las condiciones del trozo más lento y angosto. No se mejora el transporte público en el proyecto.
De entrada, ese eje tiene dos nombres: CV-15 desde el nuevo cauce del Turia al inicio de la autopista de El Saler. Y a partir de ahí y hasta El Perelló todo es CV-500. Pero sólo es vía de alta capacidad hasta el inicio de la Devesa, una vez pasado Pinedo. Después se convierte en carretera (‘carretera turística, circulen sin prisa’, rezaban los carteles de tráfico de los años sesenta), ahora con mediana hasta la rotonda que enlaza con la carretera de Alfafar (superado El Saler a un lado y su puerto al otro). Luego, encajada ya entre arrozales y pinada, pasa los embarcaderos y el mirador de la Gola de Puchol, la rotonda foto-luminiscente que sirve de enlace con el acceso a El Palmar, Devesa Gardens, el Parador de El Saler, la Gola del Perellonet y El Perellonet, y la Gola de El Perelló y esta pedanía suecana. Todo, con velocidades máximas permitidas de 60-50-40 kilómetros por hora, excepto en la autopista. Unos 25 kilómetros desde València hasta El Perelló. “Hasta hace poco el trayecto se podía hacer en 15 minutos a velocidad moderada, ahora tardamos 30, y con todo lo que viene, serán 60 minutos”, se quejan los vecinos en una asamblea multitudinaria que reunió a más de 600 personas en el Perelló.
El PATIVEL lo que va a hacer es transformarlo todo en un boulevard de un carril para cada sentido de circulación, separados por barreras físicas que no prevén eventualidades como averías o emergencias y jalonados por tres semáforos: en Pinedo, en la conexión de El Saler con su puerto en la Albufera, y en la Gola de Puchol. Los carriles sobrantes, literalmente, se plantarán.
El segundo de estos semáforos tiene particularmente encendidos a los vecinos, porque es el que viene a sustituir a la pasarela que “se cayó después de cincuenta años por (el choque de) un camión de la concejalía de playas (de València). ¡Qué casualidad!”, clama el abogado Luis Salinas.
En palabras de Juan Botella, alcalde de El Perelló, quieren convertir la CV-500 en una “carretera escénica” sin contar con la opinión de los afectados, que pasarían a ser “reservas humanas” aisladas en pueblos “estrangulados económicamente”. Botella ve el proyecto enfocado a conseguir el “atractivo turístico para urbanistas” que les convertiría en una suerte de “parque de atracciones”.
Eso se traduce en que los vecinos dels poblats del sud, que incluyen pedanías valencianas como Pinedo, El Saler, El Palmar y el Perellonet, tendrían más dificultades para desplazarse a la ciudad de la que forman parte por la carretera que les une que desviándose por Sueca, más al sur aún. Luis Salinas asegura que “iremos a paso de tortuga”, y no hay alternativa porque “ir por Sueca es triplicar. A no ser que quieran que vayamos a València en un Ravatxol o una Golondrina del puerto”.
Total, más tiempo y más combustible. Así que los vecinos de València que quieran tomarse una paella en alguno de los pueblos de la zona tendrán que armarse de paciencia para llegar a ellos. O cambiarán de preferencia y se irán a otros lugares en los que lo se les estrese.
Paisaje antes de la guerra
La CV-500 es la bandera del PATIVEL. Pero el Plan incluye bastante más que el cambio de naturaleza del viario principal de la zona. La reprogramación paisajista va a afectar al territorio comprendido desde el Puerto de València a la Gola de El Perelló (no a El Perelló ni a Els Marenys directamente) en un tercer anillo de actuación, distante 2.000 metros de la costa. Los otros dos, evidentemente, están más próximos a ella. Hay miedo a que los pisos, negocios y campos de todo ese espacio se devalúen.
Cinthya, de El Palmar, explicaba a la asamblea vecinal los principales cambios que está previsto acometer en las inmediaciones de su lugar de residencia: redefinición de los aparcamientos norte y sur de El Palmar y los embarcaderos, desdoblamiento de los puentes con ciclocalles a 20 kilómetros por hora, y la construcción de una plataforma elevada para bicis (donde no quepa otro carril junto a la carretera) en La Dehesa. Pero el PATIVEL contempla muchas más cosas, y a cada mención en la asamblea le seguían muestras de sorpresa o directamente risas de los vecinos.
“No se puede gobernar contra los vecinos y los pueblos”, proclama Luis Salinas, que insiste en la necesidad de presentar cuantas más alegaciones mejor. Y que ironiza con que la elección del 8-N, a dos días de las generales del 10-N, “no nos parece mala fecha” para celebrar una manifestación peatonal y una marcha de tractores y vehículos comerciales desde la Ciudad de las Artes y las Ciencias hasta el centro de València. Todo, para conseguir que los ‘Pobles Vius CV-500’ no se conviertan pronto en parte de la ‘España vaciada’, en pleno corazón de la Albufera.
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