La ciudad de Ibagué acoge por primera vez en la historia de Colombia un espectáculo de recortes. Foto: EPDA. Ximo Esteve y Carlos Alonso, como representantes del arte taurino del recorte,
siguen dejando la huella del nombre de Puçol y Valencia por la mayoría de las
ciudades españolas y por varios países aficionados al mundo del toro. La fama
de los recortadores de Puçol es reconocida gracias a triunfos como los de las
Islas Azores, Portugal, México, Canadá o Francia. Ahora, Colombia, país con un
gran arraigo taurino, ha podido disfrutar del espectáculo que ofrecen estos
artistas.
Colombia es un país con tradición taurina, como
España, pero nunca se había dado, hasta ahora, un espectáculo taurino
protagonizado por saltos imposibles, trucos acrobáticos y piruetas que ponen
los pelos de punta. El arte del recorte
enfrenta al recortador y al toro, cara a cara, sin espada ni capa, sin
muerte ni sangre. El espectáculo del recorte es una danza vertiginosa entre
hombre y toro, en la cual no hay más que la valentía del recortador y la
bravura del animal.
Ximo y Carlos llevaron a cabo, el pasado 23 de
junio, la labor de promocionar en el país de Colombia esta actividad desconocida, con los toros pertenecientes
a la prestigiosa ganadería del Aceituno, con encaste Jandilla, que dieron un
buen juego, siendo nobles y bravos.
La misión de llevar descubrir a la ciudad de Ibagué
el arte del recorte fue realizada con éxito ya que, el público asistente, que
jamás había visto nada igual, quedó anonadado ante las acrobacias que los
recortadores eran capaces de realizar y así lo demostró con sus aplausos
constantes. Además, tras finalizar el show,
varios personajes relevantes en el país y muy cercanos a los senadores y a la
casa presidencial, se interesaron por el espectáculo organizado. Antes de
abandonar el país, ya se estaban fraguando nuevas actuaciones en varios países
y ciudades tanto de Colombia como de Estados Unidos.
La gran acogida del espectáculo del recorte se debe,
principalmente, a las leyes de protección animal de países como Canadá. La
visión protectora del mundo animal, ya sea por colectivos o por grupos
políticos, no pone pegas a este arte, en el que el toro no sufre heridas o vejaciones ni muere. Esta actividad
respeta los derechos del animal y satisface la pasión de los aficionados al
mundo taurino, que disfrutan del encanto de las acrobacias realizadas por
nuestros artistas.
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