Teresa García. En una legislatura que toca su fín, me gustaría o escribir
una reflexión pensando en el futuro.Una reflexión con luces largas, sin la
inmediatez del resultado o la promesa electoral, poniendo en el centro del
debate uno de los retos que tendrá Sagunt, el País Valencià y el mundo entero
en fechas cercanas: la lucha contra la contaminación y el cambio climático.
Quiero escribir a los jóvenes que se han levantado en favor
de políticas sostenibles que aseguren su futuro. Os jugáis vuestro entorno,
pero también vuestra calidad de vida, como hicieron nuestros padres cuando
protegieron los marjales, o nosotros cuando no quisimos una térmica de fueloil.
La economía del futuro, el equilibrio social y evidentemente, el entorno
natural, sólo pueden ir de la mano de la sostenibilidad, con sus límites y con
su potencia de desarrollo equilibrado. Otro modelo económico de crecimiento, a
futuro, no encontrará un continente físico que lo sustente y generará
desigualdad y desequilibrio, como ocurre en la actualidad con el modelo actual.
No hay planeta B, como tampoco hay otro Sagunto. Por eso hemos
protegido el bosque de Romeu, porque el Sagunto del futuro necesita un pulmón
verde, que no se puede generar en un agujero. Por eso también debería ser
impensable, desarrollar ParcSagunt II sin regular la infraestructura verde entre Espadà y
Calderona, a través de la figura de Paisaje Protegido. Por eso existe una
preocupación creciente por una buena calidad del Aire, porque no se puede
elegir el aire que se respira, pero si las sustancias que emitimos en él.
Los retos de nuestra ciudad, de nuestros viernes del futuro,
no son pocos. Sagunto debe continuar plantando cara a la incineración de
residuos como combustible, del tipo y de la naturaleza que sean. No se pueden
utilizar los residuos como excusa para abrir la veda del uso de cualquier cosa
como combustible, no, sin demostrar que sus efectos sobre las emisiones
atmosféricas son menos perjudiciales que el uso de combustibles convencionales,
y remarco demostrar, porque ahí está la clave. La jerarquía de gestión de
residuos debe equiparar la eliminación y la valorización energética, y a
futuro, considerar su eliminación dentro de la misma. Ningún material que se
desecha debería ser utilizado como combustible o eliminado en un vertedero. Si
no se puede reutilizar o reciclar, no debería entrar en el mercado. Con esa
prevención en el diseño y el desarrollo de productos y materiales, y con la
punición de aquellos ciudadanos que no reciclen nos habríamos ahorrado, mares
de plástico, como ocurre en la actualidad. La Declaración de Ponferrada,
suscrita por la plataforma Morvedre Aire Net, ahonda en estos principios, en
los que el mejor residuo, es el que no se genera.
Por eso Sagunto y el planeta en general, a futuro, tienen
también el reto industrial y ciudadano de lograr la sustitución de los
combustibles fósiles, o el empleo de aquellos combustibles fósiles menos
contaminantes, durante la transición energética. El gas natural, el hidrógeno y
la electricidad renovable, deben desplazar al carbón, al coque, al diésel, en
los procesos industriales y en nuestra movilidad diaria de coches, camiones y
barcos, por ejemplo. Y es necesario que los agentes sociales, se pongan del
lado de esta transformación que dignifica, no solo las condiciones de trabajo,
que también, sino a la sociedad en general.
Ese futuro, ya es presente en algunos casos, como el de
Thyssen-Galmed que pretende ahorrar 400.000m3 de agua, reutilizándola de los
sobrantes de procesos industriales
contiguos. Un ejemplo de economía circular que hay que destacar y agradecer,
porque solo con esa visión industrial, no solo cuidamos nuestra ciudad, sino
que la hacemos avanzar en innovación y valor añadido para nuestras empresas.
Los viernes del futuro, son viernes del presente, porque el
futuro es ahora.
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