María José Broseta es la nueva presidenta de la Federación de Asociaciones Vecinales. /EPDALas agrupaciones de vecinos ejercen de dinamizadoras y de reivindicadoras perennes de mejoras en sus barrios. La Federación de Asociaciones Vecinales agrupa a gran parte de ellas –unas 80- y tiene al Ayuntamiento como interlocutor. Al frente de ella se sitúa, en un nuevo mandato recién estrenado, María José Broseta.
Esta funcionaria del Estado recién jubilada inició su activismo vecinal en su barriada, Ruzafa, un espacio vital que ha intercalado con Jerusalén. Lo hizo apenas cumplidos los 18 años y siguiendo la estela de Pepa García, “una mujer muy combativa en época de manifestaciones, que no enfrentamientos”, como recuerda Broseta.
Ese impulso juvenil forjó su carácter y la llevó a involucrarse de pleno en las peticiones de mejoras urbanas. Esa misma senda la condujo a implicarse en la federación y, por tanto, a acudir a sus reuniones en el local del Parque del Oeste. Primero lo hizo como vocal de pedanías y luego, desde 2009, ya como presidenta revalida el pasado mes de enero.
Aunque esta conversación con El Periódico de Aquí comienza por la pregunta de qué destacaría como la característica más positiva de vivir en Valencia para un vecino, María José Broseta prefiere, baqueteada en la reivindicación, empezar por la vía contraria: la de recalcar lo que necesita mejorarse. “Pocas”, contesta cuando se le pregunta por las comodidades de residir en la metrópoli. Posteriormente la conversación irá virando.
“Hemos mejorado. Estamos rodeados de zona de huerta productiva y contamos con el jardín del Turia sin terminar pero, proporcionalmente por vecino, disponemos de poco espacio verde. Hace falta un mayor número de parques y jardines para que la gente pueda socializar más”, apunta.
Por encima de un problema concreto por barrios, abunda en el conjunto. “La dificultad que se extiende por toda la ciudad es la falta de espacio público, de viviendas, de pisos turísticos, de movilidad o de medio ambiente con cambio climático”, señala esta vecina enamorada del relajado ejercicio de pasear por la arena de las playas de las pedanías del sur de Valencia.
Y comienza a desgranar. “En el centro histórico no puede ser que la gente emigre de sus barrios, como también ocurre en Xúquer, El Cedro u Honduras, o Ruzafa, por la saturación y falta de viviendas, con terrazas de bares invadiendo el espacio público al instalar excesivas mesas e incrementarse la contaminación acústica”, indica, para apostillar que “llevamos años insistiendo a los sucesivos gobiernos. Esto no es un turismo sostenible”.
“Nos estamos cargando el pequeño comercio con las viviendas turísticas en bajos o creando inseguridad a los vecinos de edificios en los que la gente sube y baja con maletas. Que haya todos los apartamentos turísticos que cumplan la normativa, que son unos 3000 de los alrededor de 14000 actuales”, sigue rauda en su exposición para, haciendo una pausa, aludir a las recientes Fallas desde su perspectiva de líder vecinal. “No todo vale en Valencia en estas fiestas. No debería de ser así”, resume.
Inseguridad
Al preguntarle sobre inseguridad recalca que la ciudad “no puede calificarse de insegura”. Interrogada por barrios, reconoce que en toda la urbe la situación no es la misma, aunque “prefiero no especificar para no dar pistas a amigos de lo ajeno”.
La movilidad, un tema cada año más candente, sale a colación en la entrevista. “Todos dicen que el peatón es lo primero, pero en la práctica no resulta cierto; es lo último. Luego están los servicios públicos, pero no solamente autobuses, sino también metro y cercanías, y las bicis reguladas y los patinetes, que ya son el caos dentro del caos. Y, al final, debería de venir el vehículo privado. Para esto harían falta aparcamientos disuasorios en las entradas y salidas de la ciudad, en puntos con llegada de autobuses y metro”, recalca la presidente de la federación vecinal..
Y llega a la conversación la limpieza urbana. “Valencia necesita más baldeo, porque –pese a las últimas semanas- no es una ciudad en la que llueva mucho. A veces, la acumulación de restos alrededor de contenedores da la sensación de más suciedad de la que realmente hay. También resulta importante facilitar en mayor medida el reciclaje y aumentar la concienciación de todos. No se puede tirar una lata vacía al suelo”, continúa exponiendo María José Broseta.
En este punto retomamos la pregunta inicial, que quedó sin contestar ante los efluvios reivindicativos. “Por supuesto que, personalmente, me siento muy orgullosa de Valencia. Tenemos un arbolado precioso, la planificación de espacios ha mejorado, la Albufera es un gran motivo para sentirnos satisfechos al situarse entre los mejores humedales de Europa… ¡Cómo no vamos a sentirnos orgullosos!”, sonríe ufana la reelegida dirigente.
Hace escasas semanas la federación vecinal iniciaba una campaña para reclutar componentes de asociaciones. La pregunta consiste en si ha surtido efecto, y la respuesta se despliega con una reflexión. “Cuando llegas a un barrio ya te ves implicado con lo que falta, con lo que podrías ayudar a mejorar”, apunta, para, al cuestionar si cada vez más extranjeros se involucran, razonar que “en algunas zonas sí, pero en otras, no”.
Conseguir esas mejoras depende, en gran medida, de la acción del Ayuntamiento, y para ello hace falta una comunicación fluida. “Tanto con el anterior gobierno como con este tenemos una buena relación basada en la credibilidad. Saben que si hacen algo mal, se lo diremos; y que si está bien, les aplaudiremos. Escucharnos, nos escuchan. A veces conseguimos más cosas y otras, menos. En la primera reunión con la alcaldesa se comprometió a crear unas mesas de diálogo y lo hizo. Ahora hay que seguir”, sostiene como respuesta.
Más participación
Reclama un reglamento de participación actualizado que mejore la acción del movimiento vecinal y las juntas de distrito, o una mayor visibilidad para el área metropolitana como tal, desgajada aunque bien comunicada con la metrópoli.
Lo hace con calma, con un tono monocorde y firme, posiblemente curtido en la experiencia de tantos años de reivindicación a los que sumará, salvo imprevistos, los próximos cuatro. “Me sigue ilusionando representar al conjunto de colectivos vecinales, si no, no me hubiera vuelto a presentar”, resalta con una leve sonrisa que se manifiesta en la comisura de sus labios.
Alquileres
Lo transmite con una reflexión escueta sobre sus sensaciones personales para, casi de inmediato, retomar la visión colectiva y aludir a un problema que le aflige especialmente.
“El tema de la vivienda es gravísimo en nuestra ciudad. No puedes tener alquileres de 2000 euros mensuales en muchos barrios que obligan a tres familias a compartir un piso y estar cada una casi encerrada en su habitación. En Valencia existe suelo para construir y ofrecer vivienda pública”, refrenda con firmeza la nuevamente reelegida presidenta de la Federación de Asociaciones Vecinales de la capital de la Comunitat Valenciana.
María José Broseta es entrevistada por El Periódico de Aquí. /EPDA
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