María José Campanario vuelve a ser noticia. El Tribunal Supremo ha ratificado la condena a 23 meses de cárcel -aunque no pisará la prisión- por el intento de estafa a la Seguridad Social para conseguirle una pensioncita a su santa madre, igual de sinvergüenza que ella o su marido, el torero Jesulín de Ubrique, que utilizó una persona de su confianza, otro delincuente, para intentar conseguir sus objetivos.
Pero la Campanario, el de Ubrique, la suegra de éste y alguno más del entorno han quedado retratados como lo que son: aparte de delincuentes, unos miserables, por querer estafar una paguita de mierda teniendo una fortuna.
Para la mujer del torero ya no hay campaña de marketing ni entrevistas en ABC y El Mundo suficientes para devolverle la honra y respeto social que han perdido. Y lo mínimo que podrían hacer es reconocer que intentaron estafar a la Seguridad Social -y, por tanto, a todos los españoles-, en lugar de seguir manteniendo que eran inocentes.
María José, eres culpable y una sinvergüenza. Al menos, pide perdón.
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