Marisol sostiene a su hija, Marta Calvo, en una imagen de su infancia / EPDA
Marisol junto a su hija, Marta Calvo / EPDA Madrugada del jueves 7 de noviembre de 2019 a las 5:55 horas. Marta Calvo envía la ubicación donde se encuentra a Marisol, su madre. Manuel, calle San Juan Bautista, número 9, en la Ribera Alta. Esto es lo último que se sabe de la joven de Estivella. Ante la ausencia de noticias, la madre no dudó en trasladarse al lugar. Llegó a hablar con Jorge Ignacio P., quien aseguró no conocer a Marta.
Dos días después, Marisol denunció la desaparición y casi un mes después, Jorge Ignacio P. se entregó a la Guardia Civil confesando que descuartizó el cuerpo de Marta y lo distribuyó en varios contenedores. El presunto asesino se encuentra en prisión mientras se instruye la causa contra él por el homicidio de Marta, de dos chicas más y por los ataques a otras doce mujeres.
Esta semana, el día 9 de marzo, ha salido la noticia de que los restos biológicos hallados en un coche propiedad principal del sospechoso y que, presuntamente, utilizó para trasladar el cuerpo de la joven han resultado irrelevantes desde el punto de vista de la investigación. “Nos lo temíamos. Los perros no marcaron lo que tendrían que haber marcado. Esto es un puzzle en el que a mí me faltan piezas por todos los lados”, asegura la madre en una entrevista a este periódico.
Apenas una semana antes, el pasado 3 de marzo, hubiera sido el cumpleaños de Marta, 27 años. Otro cumpleaños que la familia no podrá celebrar como es debido. “Hubiéramos celebrado el cumpleaños con la familia y con los amigos. A ella le gustaba siempre celebrar todo. Para ella todo era una fiesta”, cuenta Marisol.
Al preguntarle sobre el nacimiento de Marta, la madre recuerda aquellos momentos con una sonrisa: “Mi embarazo fue deseado. Tuve a mi hija con 24 años. Nació a las 10:05 de la mañana ¡Pesó casi 4 kg! La noticia fue recibida con muchísima alegría en la familia”.
INFANCIA DE MARTA
Marisol recuerda la infancia de su hija como unos de los mejores años de su vida: “Siempre ha sido una niña muy revoltosa y muy inquieta. Ha sido una niña siempre muy feliz y con un corazón enorme. Ella quería siempre ayudar. Quería ser veterinaria. Es muy amante de los animales. A cualquier animal, el que sea, siempre decía: yo quiero ser médico de los animales, mamá. No quiero que les pase nunca nada a los animales, quiero curarlos y cuidarlos”.
A medida que Marta se hizo adolescente, las cosas no cambiaron. Marisol cuenta en la entrevista: “Siempre hemos estado muy unidas. Teníamos nuestros más y nuestros menos, sí. Pero al ser una madre joven siempre nos hemos entendido bien. Yo intentaba siempre llevarla siempre por el buen camino. Yo siempre he sabido por dónde se ha movido, adónde ha ido. Siempre me lo contaba todo. Realmente, de mi hija lo sabía todo”.
En ese sentido, la madre explica: “Aunque ella estaba independizada, todos los días hablábamos mucho. Nos mandábamos cientos de whatsapps diarios. Sabía siempre con qué compañías estaba en todo momento. Ella siempre me decía: mamá, tú tranquila. Para que no padezcas, tú siempre sabrás dónde estoy”. Es por ello por lo que Marta siempre le enviaba su ubicación por Whatsapp a su madre, algo que ha sido fundamental en la investigación sobre su desaparición.
Marisol cuenta, además, que, quizás, un problema de Marta era su bondad y su incapacidad para herir a nadie: “Era una niña que se fiaba de todo el mundo. Yo siempre le decía: Marta, no te fíes. Y me decía: ¿y por qué me tienen que hacer daño, mamá? Y le decía: Marta, pues porque todo el mundo no es como tú, cariño”.
“Vive como si fueras a morir mañana… Aprende como fueras a vivir para siempre”
“Siempre fue una niña que desprendía luz allá donde entraba. Era muy amante de sus amigos. Amigos yo no sé los que pueda tener. Después de la desgracia esta que hemos tenido, han salido amigos de debajo de las piedras. Yo sabía que mi hija tenía amigos, pero tantos no”, rememora Marisol satisfecha. “Siempre estaba riéndose y haciendo reír. No se enfadaba nunca”, expresa la madre. En relación con ello, “siempre le ha gustado vivir mucho la vida”
Además, Marta “estudió peluquería porque le gustaba mucho su pelo, maquillarse. Nunca salía a la calle sin maquillar. Cuando pasó todo lo que pasó, teníamos casi en marcha algo. Íbamos a abrir un negocio de estética de uñas. Pero bueno, se quedó todo a medias”.
HACERLE JUSTICIA
“Siempre te queda esa duda. Siempre te preguntas si la has llevado por buen o por mal camino. Yo, como madre, lo mejor que he podido. Por lo menos, una de las cosas por las que estoy tranquila es que a mi hija no le he fallado nunca y he estado siempre a su lado al 100%. He apoyado siempre a mi hija en todo y así lo seguiré haciendo, porque no veo el final de esta lucha. Desde aquel día no vivo, sobrevivo”. Marisol asegura que no va a parar hasta hacerle justicia a su hija. “Pienso que el asesino sigue mintiendo”.
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