Ana GómezCon el calor y las vacaciones nos acercamos a disfrutar
de nuestras magníficas playas. En Valencia tenemos la suerte de contar con la
gran explanada de El Cabanyal, playas en parajes protegidos en El Saler,
residenciales en El Perellonet… Son muchos kilómetros de playas, todas ellas
comunicadas, con características diferentes, pero con una calidad excelente.
Pero todas estas cualidades están en peligro si las
personas que las disfrutamos no tomamos
medidas con urgencia. El mar Mediterráneo se está convirtiendo en un basurero y
ya no es algo de lo que solamente dependan grandes medidas políticas, sino de
que la ciudadanía se active y tenga conciencia de la gravedad de sus acciones.
El 80% de las basuras marinas es de origen terrestre, y
en ese sentido es frecuente encontrar en las playas bastoncillos del oído,
colillas, toallitas así como otro tipo de plásticos y microplásticos. Y estos
deshechos proceden fundamentalmente de las personas, no de las industrias.
Llegan al Mediterráneo, donde nos bañamos, con el correspondiente peligro para
generar pequeños cortes y heridas, o para introducirse en la cadena atrófica de
los peces que luego consumimos.
No hay recetas milagrosas para detener el deterioro
medioambiental si no reaccionamos a tiempo, si no generamos un cambio de
conducta y de hábitos de consumo. Es el momento de reducir residuos y fomentar
la reducción de plásticos de nuestro día a día.
Sólo así empezaremos a proteger nuestro querido
Mediterráneo. Vamos a empezar ya, este mismo verano, con urgencia y muy en
serio, a cuidarlo y respetarlo.
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