Rafa EscrigDe repente me han entrado unas ganas tremendas de ir a Melilla.
Melilla no es un destino turístico habitual, no suele aparecer en las revistas de viajes. Sin embargo, por su emplazamiento y por su historia, merece una visita detenida. La historia reciente de España se fragua en Melilla, tras la guerra de Marruecos y el conocido como Desastre de Annual. Estos acontecimientos tremendamente trágicos y decisivos políticamente, desembocaron en el exilio del rey Alfonso XIII, la llegada de la República y la subsiguiente Guerra Civil.
La ciudad autónoma de Melilla, de fuerte raigambre militar, tiene un cementerio donde se guarda memoria a todos los caídos en las guerras con Marruecos. Tal vez ese sea el principal motivo de mis repentinos deseos de cruzar el Estrecho, conocer ese cementerio. Quiero descubrir si allí figura el nombre de mi abuelo paterno, como uno de los caídos en la Batalla de Monte Arruit.
Tuve el gusto de visitar Melilla hace años. Fue en dos ocasiones, una vez por barco, desde Málaga y la otra en avión con llegada al aeropuerto de Tuima, al sur de Nador, en el antiguo Protectorado Español, puesto que Melilla aun no tenía aeropuerto. Me sorprendió ya entonces ver que no se trataba de una ciudad de segunda. Melilla es una ciudad llana, amplia y bien trazada. Consta de una parte vieja y un moderno ensanche, con amplias calles y plazas ajardinadas. La impresión que nos puede causar la primera visita a la ciudad de Melilla es la misma que tenemos al regresar de una visita a Extremadura. Imaginamos que se trata de una tierra pobre y abandonada. Esa idea preconcebida se esfuma cuando vemos su verdor y la belleza de sus paisajes. Lo mismo sucede con Melilla. Quizá tengamos de ella una visión algo negativa y la realidad nos sorprende al ver una ciudad tan moderna y totalmente española y europea.
Este fin de año he vuelto a Melilla para rendir tributo a mi abuelo, cosa que no hice entonces, cuando mi cabeza estaba en otras cosas y mis prioridades eran diferentes. El tiempo pone todo en su sitio, dándole otra perspectiva y cuando has cumplido cierta edad, quizás en la última etapa de nuestra vida, pensamos más en nuestro pasado y de dónde venimos. Creo que a todos nos pasa. Hay una edad para crecer con la vista en el futuro y otra para recordar con la vista en el pasado. No dejemos de hacerlo, nos pertenece.
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