Europa
va a la deriva, una deriva moral y legal como consecuencia de la
política de
la UE sobre
migración y asilo y, en concreto, por el acuerdo suscrito con
Turquía que “vulnera la Carta Internacional de Derechos Humanos,
la Carta de Derechos Fundamentales de la UE, el Convenio Europeo de
Derechos Humanos y la Convención de Ginebra para los Refugiados, así
como diferentes Directivas europeas en materia de asilo.
Un acuerdo que propicia el naufragio de la Europa social,
abandonando los valores y los principios que configuran Europa como
un espacio común de libertad, seguridad y justicia, fundada sobre
los valores de la dignidad humana, la libertad, la igualdad y la
solidaridad a los que se refiere el Preámbulo de la Carta de
Derechos Fundamentales de la Unión Europea”.
El
acuerdo utiliza a las personas refugiadas como moneda de cambio que
responde a intereses económicos y geoestratégicos y no a la
protección que legalmente tanto la UE como Turquía están obligadas
a garantizar. Hacer de las personas refugiadas una mercancía para el
intercambio económico es inhumano, ilegal e intolerable. El acuerdo
convierte a Turquía en un gendarme que se suma a la creciente
militarización de las fronteras europeas.
En
este sentido, hay
que
demandar
a la UE que cambie de rumbo sus políticas de migración y asilo y a
España, a su vez, que retire su apoyo al acuerdo UE-Turquía y
agilice la acogida de refugiados.
Necesitamos
más Europa y menos alambradas. La
acogida a los refugiados es una cuestión de solidaridad y de respeto
a los derechos humanos, y no de números.
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