No
amigo, no… No voy a hacer un relato erótico. Siento decepcionarte.
Lo que voy a intentar contarte es mi primer desahucio como activista
de la Pah Morvedre. Voy a relatar mi experiencia, cómo lo viví yo,
cómo vi a mis compañeros luchando unidos contra una de las
injusticias actuales mas sangrante de este país, cómo unos pocos,
(por desgracia), superando el miedo, las mentiras y el engaño, han
conseguido que esta noche una familia de 7 personas de entre 2 y 85
años duerman en su casa.
No
voy a entrar en tecnicismos y medidas legales porque no sabría
hacerlo; simplemente te contaré por lo que yo he pasado, por lo que
pasaron mis compahs, nuestras dudas, preocupaciones y miedos pero
también nuestras risas y euforia final.
Todo
empezó el pasado viernes cuando salta la noticia urgente de que una
familia va a ser desahuciada en Sagunto, cosa que nos sorprendió a
todos ya que llevábamos mas de 4 años sin desalojos en nuestra
localidad. Decidimos reunirnos de inmediato a fin de organizarnos
para actuar de forma correcta al día siguiente.
Hay
que entender que gran parte de la Pah Morvedre actual no ha tenido
que enfrentarse hasta hoy a un desahucio, (yo la primera. Sólo los
mas veteranos han vivido la época mas dura de los desahucios mas
salvajes) y si bien al principio había expectación y curiosidad,
pronto los rostros cambiaron y la preocupación y las risas nerviosas
empezaron a marcar el ritmo de la reunión. No olvidemos que en este
país a los miembros de las Pahs y a los afectados se les trata como
delincuentes sólo por defender nuestros y vuestros derechos. Aquí
se defendía a los estafadores y se condenaban a las víctimas. Y si
bien las imágenes violentas de la represión ya no están tanto al
orden del día en la televisión, en España se desahuciaba a base de
palos. Pues bien... Os reto a no pasar miedo las horas y noche
previas a un desahucio.
A
las 6:15 de la mañana subimos Oscar, Amaia y la que escribe para
Sagunto. ¿Porque tan pronto? Porque por experiencia sabemos que
algunos desahucios se hacen a horas intempestivas para evitar la
resistencia popular en la puerta de las viviendas. Y, ¿porqué
nosotros tres? Porque Amaia es la portavoz de la Pah Morvedre, Oscar
el asesor legal y yo la encargada de dejar el testimonio gráfico de
las barbaridades que ocurren aquí.
Ya
me habían comentado que lo peor de un desahucio es la espera… (¡Se
olvidaron de hablarme de maldito frío!) Aún así tengo que admitir
que seguía con esta extraña excitación por poder vivir esta
experiencia, cosa que me hacía sentir culpable ya que un desahucio
no es nunca tema de alegría ni risa. Pero creo que todos hemos
vivido esa mezcla ilógica de sentimientos cuando nos hemos visto
obligados a enfrentarnos a situaciones fuera de lo común.
Sobre
las 7:30 u 8:00, la afectada sale de casa temblando a hablar con
nosotros sobre su caso. Aquí paso los detalles pero ya podéis
imaginaros en que estado se encontraba: casi no había dormido y solo
quería avisar a sus vecinos, (todos le apoyaban), de lo que iba a
pasar antes de volver a meterse en su casa para no salir de ella
hasta el final de todo este trance.
Sobre
las 8:30 empiezan a llegar los primeros compañeros: no podéis
imaginaros la sensación de alegría, compañerismo y la fuerza que
te invade cuando ves llegar a lo lejos esas sudaderas rojas con el
Stop Desahucios, tus compañeros, tus amigos dando botes de alegría
por poder ayudar y luchar, abriendo los brazos todo lo que da de
largo como diciendo “Heeey! Que la Pah ya está aquiiii!”
Poco
a poco van llegando todos; los compañeros, gente afín a nuestra
lucha y siempre presentes cuando se les necesita, representantes del
Ayuntamiento de Sagunto… Se van instalando los carteles, pancartas
y se apoya a la familia recluida dentro de la casa.
El
ambiente es de tranquila espera y expectación. Los móviles echan
humo, las redes sociales empiezan a despertar con los mensajes de
alerta de las diferentes Pahs del país y las llamadas a abogados,
juzgados y demás instituciones intentan parar lo que ya es
inminente.
De
repente a las 9:50 el tiempo se detiene: todos giran la cabeza hacia
el final de la calle y salen del coche 2 personas con un montón de
papeles bajo el brazo. No hace falta muchas explicaciones mas y todos
nos levantamos de golpe. Este momento fue increíble para mí: sin
mediar palabra y como si todos supiéramos lo que teníamos que
hacer, (os recuerdo que la mayoría no habíamos estado nunca en un
desahucio), ¡Boom! cada uno ocupa su puesto: unos cuantos suben a
los balcones, otros muchos forman una barricada humana delante de la
puerta de entrada y yo empiezo a disparar (la cámara…). Primero a
mis compañeros formando bloque y luego a Oscar que se aleja solo
hacia el final de la calle para enfrentarse a los representantes de
la parte denunciante acompañados estos, como no, por un cerrajero.
Al
ver tanto lío y gente defendiendo el desahucio, se pierden por la
calle abajo y se meten en un bar, sin dejar de llamar por teléfono.
Enseguida aparece la comisión judicial...
A
la charla con todos se une Amaia y empieza una conversación que
todos seguimos de lejos sin saber bien qué pensar.
Lo
que se podía leer en la cara de los presentes ya no era miedo: era
determinación y seguridad. Si bien las dudas y la expectación
seguían atormentándonos, os puedo asegurar que no vi ni a un solo
compañero vacilar. Creedme: la frase “la unión hace la fuerza”
no es una frase en balde. Es el sentimiento mas fuerte que haya
sentido nunca. Y no solo en esta ocasión; también lo he sentido con
mi familia. Y no es por nada que decimos ser la Pah Familia.
Pasaré
muy por encima las “negociaciones” porque no las hubo: “esto es
así, somos unos mandados y el juez es firme en su decisión” y
blablablá… Los ánimos decaen un poco y se instala un ambiente
tedioso.
De
repente oigo gritos de alegría y veo gente salir de unos coches con
camisetas verdes y un pato (o pollo según quien) de peluche sobre
las espalda: nuestros compañeros de la Pah Valencia y Paterna que
viene a apoyarnos y darnos fuerza en nuestra lucha! Unos campeones y
profesionales de los cantos antidesahucios que llenan la calle con
sus gritos y lemas de la Pah: “Sí se puede, Sí se puede!”.
A
las 10:30 por fin aparece los que faltaban..: ¡La policía! Lo que
no esperábamos es que fuera la policía local ya que según los
acuerdos firmados con el Ayuntamiento de Sagunto en el cuadro de la
iniciativa popular “Sagunto, Ciudad Libre de Desahucios”, la
policía local no puede actuar de ninguna manera en un desalojo.
“Fuera, fuera de aquí!” gritamos todos. No va a mas; se van
rápidamente.
Llega
la prensa, el Alcalde; se contestan a preguntas y dudas. El ambiente
se relaja.
Y
esta vez sí que sí: a las 11:00 aparece la policía nacional. La
gente se crispa. Movimientos y llamadas de los concejales que
intentan parar esta locura presionando las instituciones.
Oscar
sigue hablando por teléfono con la abogada de la afectada por un
lado, y luego, acompañado por Amaia, con los representantes
judiciales presentes. Hay mucha confusión y no se sabe muy bien como
terminará todo. Mientras tanto en el interior de la casa la presión
es demasiado fuerte y la familia empieza a derrumbarse. Los nervios
no aguantan y llega una ambulancia para atender a la afectada y otros
miembros de la familia que no resisten más.
Por
fin una mano se levanta. Se pide silencio y se escucha la noticia tan
esperada: ¡DESAHUCIO PARADO!
Aplausos
y gritos de alegría: la gente se abraza y se felicita.
Si
bien solo se han ganado unos días, esta noche una familia dormirá
en su casa.
Los
compañeros se reúnen y por fin, después de horas de angustia, la
afectada sale de su casa. Sigue temblando, sus ojos están hinchados
y su mirada perdida, pero saca la poca fuerza que le queda para
decirnos, casi susurrarnos un débil y sentido: “gracias”…
Pues
ya está amigo; esta ha sido mi primera vez. Así es como lo he
vivido y sentido yo.
Todos
estábamos rotos, cansados y con esa extraña sensación de “SÍ,
PERO NO...”. Sentimiento agridulce que se te queda cuando algo ha
salido bien pero no del todo porque esto no es definitivo, no ha
terminado. Y no vamos a dejar que nadie nos rompa nuestra racha de
tantos años sin desahucios en nuestra ciudad.
Me
quedaré por fin con la reflexión del compañero Cristian, que me
comentaba en el coche de camino hacia casa algo que los que estábamos
fuera en la calle gritando y corriendo de un lado para otro no
podíamos percibir: y es que “el verdadero drama, la verdadera
tragedia no estaba abajo en la calle, Ana… Estaba dentro, en la
casa”.
Estaba
en esa familia atrincherada en su propia vivienda, temblando por si
les sacaban a la fuerza, desesperada por verse tratada como
delincuentes que no son, gente que quiere pagar, pero pagar lo justo,
que se les de la razón en Sagunto como se les dio ya en Granada…
Así
que ya sabéis: que no os engañen, que se haga justicia, que se
obligue al gobierno a cumplir con las leyes que cada vez mas nos dan
la razón, que escuchen las sentencias Europeas que regañan a España
como si fuera el niño tonto y desobediente de la clase y que no
paremos NUNCA, NUNCA de defender nuestro derecho y el artículo 47 de
nuestra constitución:
“TODOS
LOS ESPAÑOLES TIENEN DERECHO A DISFRUTAR DE UNA VIVIENDA DIGNA Y
ADECUADA. LOS PODERES PÚBLICOS PROMOVERÁN LAS CONDICIONES
NECESARIAS Y ESTABLECERÁN LAS NORMAS PERTINENTES PARA HACER EFECTIVO
ESTE DERECHO”.
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