Miguel Ángel Urbano, en Lafarge. FOTO EPDAMiguel Ángel Urbano tiene 44 años y dos niños. Ingeniero industrial por la Universidad Politécnica de Madrid, es director de Lafarge Sagunto desde hace tres años. Hasta llegar a la planta saguntina, Urbano ha trabajado en Reino Unido dentro de la compañía para mejorar la fiabilidad y los costes de las fábricas en aquel país, después de ser director de Ingeniería de Lafarge España.
-El momento actual, ¿es el más complicado por el que ha pasado Lafarge en su historia en Sagunto?
-Sí. Sin duda. Estamos en una situación muy delicada, pues se está cuestionando si vamos a poder seguir explotando nuestros derechos mineros o no. Todas las fábricas de cemento dependen de la caliza. Sin eso, no podemos seguir trabajando. El mercado español es muy bajo y esta fábrica vive de productos especiales. Para ello, necesitamos que sean formulados desde la cantera.
-¿En caso de que no haya un acuerdo final entre fábrica y Ayuntamiento, peligra su continuidad?
-Sin cantera, no hay fábrica. Estoy convencido de que tenemos que llegar a un acuerdo de algún tipo.
-¿A qué atribuye el callejón sin salida en que se encuentra en estos momentos la situación?
-Nuestros expedientes son muy complejos y este hecho hace que surjan muchas preguntas y dudas por la gente que los ve por primera vez. Creo que es necesario resolver todas las dudas para que estén tranquilos. Todos nuestros expedientes se ajustan a la legalidad vigente.
-¿Cree que llegará a un acuerdo con el Ayuntamiento de Sagunto para ampliar la autorización de la cantera del Salt del Llop?
-Estoy convencido de que habrá un acuerdo. En las manifestaciones del Ayuntamiento dicen que están a favor de continuar la explotación donde estamos.
-¿Hay suficientes recursos en la cantera del Salt del Llop o es necesaria una nueva infraestructura en El Pinyal?
-Tenemos 17 millones de toneladas de reservas probadas de piedra válida para hacer cemento y otras 6 más, posibles. Como mucho, por tanto, habrá 23 millones. Teniendo en cuenta que esta fábrica consume entre 1 y 1’8 millones al año, tenemos un margen máximo de entre 10 y 14. A partir de ahí hay que buscar alternativas. Según el convenio existente, el futuro está en El Pinyal. Es fundamental darse prisa, porque según los técnicos, abrir una cantera nueva cuesta más de 10 años, dado que necesita un cambio del Plan General de Ordenación Urbana.
-¿Cómo van los trámites para hacer una cantera en El Pinyal?
-Los trámites están ahora mismo en manos del Ayuntamiento. Nosotros ya hemos solicitados los preceptivos permisos de investigación y ahora es el turno del Consistorio, que debe comenzar los trámites del cambio de clasificación urbanística. El Ayuntamiento no es el competente para abordarlo, porque es monte protegido. Debe solicitar a forestales para que lo reclasifiquen. Esta solicitud se dejó sobre la mesa en el último pleno de la anterior legislatura. Y a fecha de hoy no tenemos noticias.
-El equipo de gobierno dice que hay otras alternativas que no afectan a la montaña de Romeu. ¿Cuáles son? ¿Son viables para la empresa?
-La única alternativa es Pinyal. No hay otras alternativas viables. Lo hemos repetido más de una vez. Cualquier cantera que esté más lejos de 30 kilómetros de la fábrica, la convierte en no viable, pues los precios de transporte se comen todos los márgenes.
-Aprovechando el amplio debate sobre Lafarge, ¿se han planteado la posibilidad de trasladarla de lugar, dado que se ha quedado integrada prácticamente en el núcleo urbano?
-No es trasladable. La inversión de implantación es tan alta que no se puede trasladar. Además, no hay ningún grupo cementero que esté invirtiendo en estos momentos en nuevas fábricas en Europa.
-¿Es optimista a pesar del enrocamiento del actual equipo de gobierno?
-Sí, soy optimista. Hay que valorar el beneficio que supone para esta ciudad que esté Lafarge, tanto en número de puestos de trabajo, como en el tema de responsabilidad social corporativa que se está desarrollando. Todo ello es suficientemente significativo como para que se mantenga el diálogo dentro de la legalidad, que permita llegar a acuerdos.
-Lafarge ha cumplido un año sin curas de botiquín, ¿qué medidas adopta la empresa para lograr estos objetivos?
-Para nosotros, uno de los valores principales de la compañía es el respeto por el medio ambiente y el cuidado de las personas. En medio ambiente, estamos muy orgullosos en que la Comunidad Autónoma nos selecciona como ejemplo para atraer visitas de otros países para ver cómo se trasponen las directivas europeas medioambientales. Nosotros llevamos muy a gala que las inversiones de todos los contaminantes están muy por debajo de los límites de nuestra autorización ambiental. Tenemos los focos de emisión con mediciones en continuo y la Generalitat tiene acceso y controla esas chimeneas de manera continua. Aun así, invertimos más allá de lo legal para ser cuidados con el medio ambiente. Es destacada nuestra apuesta por la reducción de CO2 a través del consumo de combustibles no fósiles. Respecto a la cantera, el plan de restauración se hizo junto a la Universitat de València, medioambientalistas del CEMA, expertos del Ayuntamiento y una consultora de primera línea como Plegadis, que lleva la conservación del Parque Natural de Doñana. Se dotó un aval de 4’5 millones de euros en el plan de restauración de la cantera. Este plan arroja más valores medioambientales que los que había inicialmente en la zona de la cantera. Respecto al tema de la seguridad, la otra pata es el cuidado de las personas. Dentro de nuestra trayectoria en seguridad, pasamos por una etapa de formar al personal propio y contratistas en normas y procedimientos. Después, hicimos una inversión muy fuerte en cambiar la manera de trabajar y, ahora, estamos impulsando una política de cero accidentes. Para ello, contamos con la colaboración de todos nuestros trabajadores para que detecten cualquier cosa que pueda causar daño a cualquier trabajador. Esa conciencia común es la que nos llevará a finales de año cumpliendo 4 años sin accidentes con baja y un año que ya se ha cumplido sin curas de botiquín. Esto es, sin visitas a ningún servicio médico, ni de la empresa, ni externo.
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