Paco Novella. / EPDAHace tan sólo unos años era impensable plantearse el modelo de Estado. La monarquía parlamentaria en que vivimos no muestra signos evidentes de desgaste importante a pesar de los escándalos y las informaciones que han aparecido y siguen apareciendo del anterior jefe de Estado. La monarquía sigue gozando del favor popular mayoritariamente y las voces republicanas que piden un cambio de sistema no parecen contar de momento con un quórum suficiente en respaldo social y político. Son hasta este instante una voz discordante en medio del convulso panorama político donde se priorizan otros temas que en verdad importan más que sustanciar el dilema monarquía o República en términos de problema real.
La monarquía como decía pese a toda contrariedad sigue siendo vista como una institución “ útil’ en el complejo engranaje político donde la renovación de Consejo General del Poder Judicial parece eternizarse sin conseguir que los partidos políticos se pongan de acuerdo para la misma.
La monarquía continúa “ disfrutando” de las ausencias de la agenda política de los dos partidos mayoritarios. De hecho, mientras el PSOE y el PP sigan siendo plenamente constitucionalistas la monarquía no corre riesgo. Y no parece que esto vaya a cambiar en los próximos años porque son conscientes de las urgencias sociales y el cambio en el sistema político no es una prioridad. El bipartidismo sin los extremos son la garantía de la continuidad de la Monarquía en la persona de Felipe VI que hasta el momento ha dado muestras más que relevantes de su aptitud y su ejemplar actuación en todo lo relativo y concerniente a la cabeza del Estado.
La Constitución de 1978 garantiza totalmente las libertades políticas y democráticas y en absoluto la monarquía es una reminiscencia del pasado impuesta como un impedimento en términos de progreso y democracia.
La monarquía parlamentaria es tan democrática como una república porque la Jefatura del Estado no tiene poderes ejecutivos sino aquellos que le concede la Constitución de 1978 que aparecen perfectamente plasmados y delimitados.
La monarquía actual ha dado a España el mayor periodo de estabilidad social y democrática de su historia contemporánea y ha representado a la Nación de manera impecable en todo su acontecer histórico.
Decía al principio de este artículo que la Monarquía sigue siendo útil pese a la información ahora conocida y que ha causado conmoción e indignación en la opinión pública en parte porque quien mejor ha representado a España por ejemplo internacionalmente es el mismo que ha protagonizado un auténtico desfile de debilidades humanas que causan verdadero pasmo.
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