Susana Gisbert.Esta
misma semana se ha alzado la prohibición de conducir que pesaba
sobre las mujeres de Arabia Saudita. Oficialmente, el último paía
del mundo donde existía tal prohibición. Pero a nadie se le
escapará que eso no significa que fuera el único lugar donde no
podían conducir. Todavía quedan muchos lugares donde no pueden
hacer eso, ni nada que no sea ser la sombra de un hombre. Todavía
quedan muchos lugares donde ni siquiera se nos considera personas.
Pero
no hace falta irse tan lejos. Todo el mundo ha oído alguuna vez eso
de “Mujer al volante, peligro constante”, reminiscencia de unos
tiempos, no tan lejanos, en que se cantaba aquello de “Precaución,
amigo conductor” y se colocaban en los salpicaderos marquitos con
fotos de niños y niñas con la leyenda “No corras, papá”. Las
conductoras no tenian que tener precaución, ni se recomendaba a las
mamás que no corrieran, no porque no hiciera falta por su prudencia,
sino porque pocas conducían y las que lo hacían no entraban en los
estereotipos. Cuando yo era niña, dado que mi madre conducía y mi
padre no, tenía que responder continuamente a las preguntas de
compañeras sobre si mi padre estaba enfermo o le pasaba algo que le
impidiera coger el volante. La verdad resultaba difícil de entender:
lo habían decidido así. Y por cierto, mi madre jamás tuvo un
accidente.
Ahora
parece que, al menos aquí, todo esto está superado. E insisto en lo
de “parece”, porque no es oro todo lo que reluce. Seguro que
cualquiera de quienes me estén leyendo han oído chistes sobre
nuestra capacidad de conducir, sobre si aparcamos a mil metros de la
acera o nos maquillamos en los semáforos. Y todavía está muy
arraigado el hecho de que, cuando ambos miembros de la pareja
conducen, él suele adjudicarse el coche grande, el familiar, el que
corre más, y nosotras el utilitario, el chiquitito y cuco que se
aparca en cualquier sitio, estupendo para hacer la compra y llevar a
los niños al colegio. Así que no lo tenemos tan superado.
Es
curioso que hasta el hecho, positivo para las mujeres, de que nuestra
siniestralidad es mucho menor se intrpreta más de una vez como falta
de pericia, como inseguridad al volante. Incluso he escuchado que no
tenemos accidentes pero los provocamos con nuestro supuesto exceso de
prudencia. Tiene bemoles el asunto.
Y
no olvidemos que una de las web más activa en contra de las mujeres
y del femeinismo hace referencia en su propio título a un vehiculo
de cuatro ruedas. Por algo será.
Por
todo eso, aprovechemos el momento de dar la enhorabuena a las mujeres
saudíes por haber iniciado la carrera por ser cada vez más iguales
también al volante, pero no pensemos que nosotras ya hemos llegado a
la meta. Todavía nos queda carretera por delante.
SUSANA
GISBERT
(TWITTER
@gisb_sus)
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