Juan Ramón Adsuara /EPDA Estamos asistiendo los últimos días a un espectáculo que nada favorece a la democracia española. Los que nos dedicamos a la cuestión pública a veces tenemos difícil justificar lo que hacen nuestros compañeros en Madrid o lo que hacen nuestros partidos, independientemente de en qué grupo militemos o de si estamos ante una decisión más o menos acertada.
Se ha puesto de moda la política del espectáculo, la política de la confrontación, una realidad con la que los que creemos en los municipios, los que creemos en el servicio ciudadano, no nos sentimos cómodos. Porque las personas que están solo discutiendo, haciendo un espectáculo de la confrontación y tratando de crispar a todos los españoles, olvidan que hay poblaciones, municipios, diputaciones donde tenemos necesidades reales en el día a día. Sobra crispación y falta financiación, sobran batallas en los periódicos y falta ayuda jurídica, pero sobre todo, nos falta el respaldo de las grandes instituciones. Olvidan que todo comienza en los municipios, y eso es el municipalismo.
Las altas esferas hablan de cogobernanza. Cogobernanza es tomar decisiones juntos, defienden que sus decisiones son para el municipalismo. Sin embargo, no piensan siempre como nosotros. Los ayuntamientos nos encontramos con que no nos dejan aumentar plantilla, no nos dejan elevar la regla de gasto, no nos permiten obtener más financiación. Pero los municipios somos tozudos. Llevamos mucho tiempo demostrando que somos los primeros en responder y los últimos en abandonar un problema. Se demostró en el 2011, los consistorios fuimos los primeros en saldar deudas. Se demostró en el 2020, los ayuntamientos fuimos de nuevo los primeros en salir a pie de calle, en estar al pie de cañón repartiendo mascarillas, alimentos o lo que fuera necesario durante la pandemia. Queremos crecer y mejorar, pero ¿dónde está esa cogobernanza? ¿Los de arriba mandan y nosotros ejecutamos? ¿Ellos montan el espectáculo y nosotros damos la cara?
Yo no creo que deba ser así, yo no siento que deba ser así. En Alfafar tratamos de huir de la política-espectáculo. Nosotros entendemos la política como un servicio a nuestra sociedad. Un servicio que es la necesidad de ayudar y mejorar la vida de la gente. Y por eso nos hemos puesto delante de la pancarta cuando ha sido necesario, hemos salido a las calles cuando ha sido necesario y nos hemos esforzado en gestionar cuanto ha hecho falta para mejorar la vida de nuestra ciudadanía y defender sus intereses.
Echamos de menos en todos los gobiernos, y especialmente de este, una mejor conexión entre las distintas instituciones. Es un mal endémico de esta política, en la que Estado, autonomía y diputación van cada uno a su aire, y somos las alcaldías las que nos sentimos abandonadas.
Recuperemos el espíritu de la concordia, recuperemos el espíritu de la transición y recuperemos el sentido común para hacer de la vida de la gente algo mejor, que para eso nos han votado.
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