Pere Ferrer. EPDA En este tiempo de pandemia poco hemos demostrado haber aprendido y mucho menos sus señorías, cuyo único objetivo es el rédito político; sin mojarse, sin arrimar el hombro, sin arriesgar, sin rigor, sin memoria, sin… vergüenza.
Y cómo rajaron desde la meseta y aledaños por lo inoportuno de convocar elecciones en Catalunya cuando lo importante era salvar a las personas, igual que despotrican, ahora, los indepes por lo inaceptable de los comicios de los madriles
¡Qué tiempo vivimos más huérfano de referentes dignos! Quizá porque la sociedad que venimos construyendo cada vez pone el listón un poco más bajo. Y así nos va.
¿Y qué hacemos los que reivindicamos un hueco en el debate que no coincida con el discurso imperante de los unos y los otros? Ya no es equidistancia, va más allá, es una llamada al diálogo, una alternativa al rugido, al insulto, al enfrentamiento gratuito de callejón sin salida de ‘estás conmigo o contra mí’.
¡Qué, coño! No estoy con ninguno de vosotros. Qué también sabemos tirar de tacos, porque estamos hartos de tanta bajeza y simpleza. ¿Qué fue de Hasel y el clamor por la libertad de expresión? Menos mal que ya no importa y el presunto trovador sigue componiendo sus estrofas a la sombra. ¿Qué me dicen también de las ‘perlas’ de Ayuso?
¿Ese es el nivel? Paren que me bajo.
Luego tocó hablar de Vallecas, del mitin de VOX, el boicot de los ‘anti’ casi todo, las cargas policiales y, curioso, el patético tratamiento de dos medios nacionales, antaño de referencia, cayendo en el error de salir unos en defensa de unos y los otros disculpando a los otros, ya no en sus editoriales, sino en el propio cuerpo de la noticia.
Eso no es periodismo. No se pongan al servicio (tendencioso) de la causa y simplemente redacten la crónica de los acontecimientos.
Probablemente a mí lo único que me quede de periodista sea observar sin postular. Se puede informar sin opinar, cada uno que saque sus conclusiones o que las vierta en sus perfiles de redes o en la intimidad o en un artículo como este, de opinión.
Pero si los medios y sus redactores caen en esa trampa de adoctrinamiento sibilino fuera de los espacios propios de opinión o editoriales dejan de ser ‘medios de’ y se convierten en ‘medios para’.
Ustedes verán.
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