Guillermo Sampedro.En el año 2001, Esquerra
Unida, llevó a cabo una campaña contra la quema de harinas cárnicas en
la cementera local. Veinte años ya de esa acción que denunciaba la
incineración indiscriminada de todo tipo de residuos,
productos químicos, harinas cárnicas, neumáticos y demás. Con la
incineración de estos elementos se aumenta el riesgo de liberar a la
atmósfera dioxinas, furanos y metales pesados, compuestos químicos
tóxicos y cancerígenos que, posteriormente, llegan a nosotros
a través de los alimentos o, directamente, respirándolas.
Dos décadas después,
nada ha cambiado. Lafarge sigue incinerando, con el beneplácito y
complicidad de la Generalitat, y encima vamos a peor con el anuncio del
gobierno autonómico y central de empezar en breve
a quemar los residuos sanitarios infectados con coronavirus en varias
cementeras, entre ellas, la de Sagunto. Muchos contras y ningún pro en
una incineración que sospechamos que está más que decidida.
A la emisión de
partículas tóxicas y cancerígenas se le suma al riesgo para los
trabajadores de la cementera, obligados a manipular residuos de
infectados por COVID y expuestos a una primera línea de contagio
de manera innecesaria por muchas garantías que ofrezcan.
Encima, en plantas que no están diseñadas para la quema de estos
restos. Por no hablar de una instalación, la de Lafarge, prácticamente
ubicada en casco urbano, con el
aumento de riesgo para la población.
Desde EU, que llevamos veinte años denunciando estas prácticas,
pensamos que, en tiempos de cambio climático y de compromisos en
defensa del medio ambiente, no es viable la opción de la incineración de
residuos. Y más cuando existen otras alternativas con mucho menos
impacto para el medio, para los trabajadores de
la planta y para la gente que vamos a respirar ese aire. La alternativa
ya la han puesto encima de la mesa colectivos como Ecologistas en
Acción. Que estos residuos COVID sigan el tratamiento convencional, es
decir, desinfectados y esterilizados y, posteriormente,
tratados como residuos ordinarios para recuperar los materiales
reciclables y reutilizables una vez desinfectados y limpios.
Y es que la lucha contra
el COVID no debe hacernos olvidar otras luchas. La de mejorar el aire
que respiramos, la de mejorar las condiciones y seguridad de los
trabajadores de la cementera, la de caminar hacia
otro modelo de gestión de residuos y, por supuesto, la lucha contra el
cambio climático.
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