Vicente Montoro. /EPDAPensar de manera diferente es lo que se presupone complicado pero, a la vez, preferible. Pensar diferente estaba visto como un problema cuando el pensamiento único se imponía desde los propios estados -un tanto autoritarios, por cierto-. Ser diferente, por consiguiente, era también un desacato. Vestir diferente a como se imponía estaba mal visto o incluso castigado. Querer de una manera fuera de la normal o a quien no se presuponía como normal era impensable y, sobre todo, algo silenciado. Y toda la sociedad pretendió huir de las imposiciones y las doctrinas únicas fomentando lo diferente, lo que se salía de lo normativo y, de hecho, sigue siendo así. Pero es curioso cómo lo afronta una parte de la sociedad. Mejor dicho: es curioso cómo se pretendió evitar un discurso liberticida imponiendo otro.
Y eso vivimos cada 28 de junio. Cada conmemoración del Orgullo LGTB. Cada manifestación por esa causa. Ser lesbiana, gay, trans o bisexual no te hace, automáticamente, formar parte de un colectivo innecesario que pelea por unos derechos que ya disfrutamos, si bien cuya lucha no debemos olvidar nunca. Fue difícil dejar atrás una época oscura para las personas LGTB, cuando incluso se nos asesinaba por parte de quien nos debía proteger, pero es difícil entender cómo hoy se pretende constreñir un acto de libertad tal como la autodeterminación sexual con narrativas colectivistas e impositivas.
No puedes pensar diferente a aquellos que ven a todas las personas LGTB como un colectivo donde solo saben contar votos, no personas. Distorsionan el ser o sentir de una forma con ser un tipo de persona diferente al resto. Con unos rasgos comunes que supuestamente nos caracterizan a todos y todas los que somos así. Pero no somos de ninguna manera en particular, simplemente sentimos lo que sentimos. No tenemos la misma forma de ser ni de pensar por mucho que quieran agruparnos y, de hecho, la realidad está dándome la razón.
Cada vez somos más aquellos no compramos el discurso de la existencia de un colectivo que vive, siente y ama igual. Cada vez somos más los que podemos decir que ser de izquierdas no es una obligación aun siendo una persona LGTB. Cada vez somos más los que queremos ser libres. Somos más los que no defendemos al Che Guevara como líder cuando asesinaba homosexuales o los que creemos que Palestina tampoco es el paraíso cuando nos martiriza diariamente. No necesitamos portavoces. No necesitamos representantes ni queremos que nos vean como un simple voto. Porque solo queremos eso: libertad.
El revanchismo y el odio en redes sociales alcanza niveles intolerables cuando te muestras contrario a la izquierda siendo gay. Cuando defiendes aquello que no respetan, sino detestan. Y no debemos escondernos más. Ni soportar su intolerancia ni un minuto más.
Por ser libremente orgullosos. Orgullosamente libres. Feliz Día del Orgullo LGTB 2022.
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