Sergio López, CEO de www.viviendea.com Hola querido lector. Siempre me alegro al imaginarle mientras escribo esta columna. Llevamos, usted y yo, ya más de un año debatiendo sobre todo lo relacionado con el mundo de la vivienda, intentando encontrar las luces y las sombras, buscando ese punto de equilibrio difícil de encontrar. He de decirle que para mí está siendo muy enriquecedor.
Prosigamos con el debate, pero esta vez centrando el tiro: Esta misma semana se ha aprobado la Ley de la Vivienda. No voy a repetir mi humilde opinión al respecto, pues es algo que ya expuse. Ya saben que no soy partidario de intervenir o regular un mercado, tampoco el de la vivienda. Más aún cuando otras ciudades que lo han intentado se han encontrado el efecto contrario. Siempre he reclamado reglas claras para ambas partes, para poder jugar un partido justo.
Pero, y le pido disculpas anticipadas querido lector, sí que voy a incidir en un tema, porque seguimos errando el debate: el del derecho a una vivienda digna.
Un derecho que no se materializa con cuatro paredes y un techo. Un derecho que va más allá. El derecho a una vivienda digna, tal cual describe la propia ONU, no implica la creación de viviendas para todos. Dicho derecho se materializa a través de una sociedad justa donde cada persona pueda acceder a esa vivienda sin necesidad de descapitalizarse mes a mes.
Pero lo fácil es centrar el debate precisamente en eso, en las cuatro paredes y el techo y echarle la culpa al sector inmobiliario o los grandes tenedores. Porque hablar de pérdida de poder adquisitivo, de salarios cada vez menores, de costes e impuestos cada vez mayores o de una clase media cada vez más empobrecida, es más complicado y, además, podría provocar que la culpa fuera del que echa balones fuera. Es mucho más fácil, como un niño pequeño, decir que la culpa es de otro que ponerse a trabajar para identificar y solucionar el problema. Quizá es que no sepan como abordarlo. Quizá es que al abordarlo puedan perder votos. Quizá es que lo que menos importa es usted y lo que importa son las estadísticas y las intenciones de voto que hagan que puedan continuar en su puesto. Quizá hace tiempo que la administración dejó de ser un servicio para el administrado convirtiéndose en un servicio para sí misma.
Al echar la culpa al sector inmobiliario denostamos a un sector, que no olvidemos, es el encargado de materializar la demanda de vivienda. Su próxima vivienda será construida por un promotor o gestor, un arquitecto, un constructor y un inmenso y largo etcétera de profesionales. Y no, no todos somos tan malos como nos pintan.
Y les voy a contar un secreto (no lo cuenten por ahí), esos profesionales van a ganar dinero, por un trabajo con un riesgo muchas veces incontrolable. Y con esos beneficios pagarán impuestos. Impuestos que pueden ascender hasta el 25% del valor de la vivienda y que, evidentemente, abonará usted, el comprador. Que no le vendan lo contrario, el mayor beneficiado de que se ejecuten o se vendan viviendas es la propia administración.
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