Fernando Arenas, portavoz del PSOE de Utiel./EPDA
Hace apenas unos días, el Ayuntamiento de Utiel aprobó, con
los votos del Partido Popular y de la concejala no adscrita, la
privatización del Servicio de Ayuda a Domicilio (SAD). Puede parecer un
trámite técnico, una decisión administrativa más. Pero no lo es. Lo que se votó
en ese pleno fue mucho más que un contrato: fue un cambio de modelo. Una
renuncia. Un paso atrás.
El SAD no es cualquier servicio. Es uno de los pilares
fundamentales del sistema de atención a las personas mayores y dependientes, y
lo es porque permite que vivan con dignidad en sus casas, acompañadas y
cuidadas. Es un servicio que habla de humanidad, de compromiso, de cercanía. Y
por eso mismo debe seguir siendo público.
Lo digo con conocimiento de causa. Durante la legislatura
anterior tuve el honor y la responsabilidad de gestionar este servicio como
teniente de alcalde de Bienestar Social. Sé lo que cuesta sacarlo adelante: es
complejo, exige coordinación constante, atención personalizada y decisiones
rápidas. Pero también sé que funcionaba. Y que, con esfuerzo, el Ayuntamiento
lo cubría económicamente. No era fácil, pero era posible. Y merecía la pena.
Ahora, en lugar de reforzar lo que ya tenemos, el gobierno
local ha optado por externalizar. Se nos dice que no hay recursos, que no se
pueden cubrir las bajas, que faltan medios. Pero no se menciona que este año se
ha devuelto cerca de 200.000 euros del presupuesto del SAD. ¿De verdad se ha
intentado todo antes de entregar la gestión a una empresa?
Y aquí está el verdadero problema. No es una cuestión
técnica, es una decisión política. Una que abre la puerta a la lógica del
beneficio en un servicio que debería regirse solo por la lógica del cuidado.
Una empresa no atiende a una persona mayor con vocación, lo hace con un margen.
Y ese margen saldrá, como siempre, del tiempo, de los recursos y, muchas veces,
de las condiciones laborales de quienes cuidan.
Lo público no es perfecto. Pero lo público es nuestro. Y
renunciar a gestionarlo desde lo cercano, desde lo humano, es también renunciar
a tener el control sobre cómo se cuida a nuestros vecinos y vecinas más
vulnerables.
Desde el Grupo Socialista hemos votado en contra y lo
seguiremos diciendo alto y claro: no todo vale. Privatizar el SAD no es
modernizar. No es mejorar. Es ceder. Es abandonar. Y nosotros no estamos aquí
para eso.
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